Mostrando entradas con la etiqueta naturaleza. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta naturaleza. Mostrar todas las entradas

viernes, 12 de abril de 2019

UN MIRLO, MI HIJA Y UNA ALEGRÍA TONTA

Mirlo (Turdus merula)

Tras mucho tiempo sin publicar nada, hoy me atrevo a escribir unas líneas. Va a ser simplemente una reflexión y me gustaría compartirla con todos vosotros.

Hoy, al bajar a la niña a la guardería donde va, estábamos saliendo de casa y, de pronto, ella vio un pájaro frente a nosotros. Se trataba de un mirlo (Turdus merula). Para quién no lo conozca, el mirlo es un ave pequeña, de aproximadamente 10-15 cm, de color negro intenso y pico rojo los individuos adultos, y que suele vivir en el sotobosque y las arboledas al lado de los ríos.


Pertenece al orden de los paseriformes, los que llamamos vulgarmente pájaros, y gracias a su gran capacidad de adaptación, ha asentado sus "reales" en los distintos jardines y parques de nuestras ciudades. La humedad que provocamos los seres humanos al regarlos, el césped, los setos que sirven para dividir o rodear los espacios dedicados a los vegetales frente a nuestros portales, le han venido de maravilla a éste pequeño pájaro.

Pues bien. Ahora viene la alegría tonta. Mi hija, que tiene poco más de dos años, al verle le ha señalado y con voz ilusionada ha dicho: "írlo". ¿Qué que tiene eso de especial? Yo creí que sólo iba a decir pájaro, u otra cosa por el estilo, en su "media lengua". Pero no. Ha reconocido perfectamente a la especie, y sin yo decir nada le ha dado su nombre común.


Me imagino que ésto os habrá pasado a muchos con vuestros hijos. No lo cuento por lo extraordinario, sino por la alegría que me he llevado. Como muchos me conocéis, sabéis que me gusta mucho la naturaleza y el medio ambiente. Me hubiera gustado que mi hija creciera en un mundo más natural, más unido a la Tierra, como yo hace ya bastantes años. Pero su vida es distinta, no sé si será mejor o peor, pero distinta. Aunque me alegra que en esencia, se fije en las cosas naturales y sepa reconocerlas. ¿Se me cae la baba? Pues sí. Sería de necios no reconocerlo.

Muchas gracias por vuestra lectura, y, Dios mediante, sin saber cuando, nos volveremos a ver en la red.


jueves, 5 de marzo de 2015

LA INFLUENCIA DE LA COMUNIDAD HUMANA EN LA NATURALEZA

Estas dos fotos están hechas esta mañana en el mismo arroyo.



La diferencia entre una y otra es de tan sólo 2 metros de distancia, y un pequeño desnivel que provoca unos rápidos en el arroyo que hace que toda la espuma que pone de manifiesto el grado de contaminación de la corriente acuática sea visible a todo paseante que se acerque a ese lugar.

Porque se trata de un lugar dónde la gente se dirige a pasear, uno de tantos "pulmones" de nuestras grandes ciudades. Un parque, el más amplio de la ciudad donde vivo, y que presenta una de las zonas más verdes en kilómetros a la redonda con una variedad de avifauna muy importante. Hace unos días llegué a contabilizar hasta once especies distintas de aves, entre ellas tan raras como pico picapinos, jilgueros, verdecillos, lavanderas boyeras, y he llegado a creer adivinar a lo lejos algún gavilán, no llevaba prismáticos ese día y no pude confirmar mis sospechas.



Pues bien, a pesar de ello, este arroyo que cruza el parque, que se extiende en una amplia laguna que permite el solaz de una amplia y ruidosa comunidad de gansos comunes así como de patos, tanto "cimarrones" como ánades reales, lleva partículas contaminantes.


Y sin embargo, por encima de la contaminación, a pesar de la influencia, que se podría adjetivar de desastrosa, que ejerce la comunidad humana en el medio ambiente, incluso en el que quiere proteger, la naturaleza sale adelante. No voy a hablar de la gran cantidad de mirlos que se pueden ver por todo el parque. Ni de las bandadas de agapornis, loros venidos de otros lugares y que, por desgracia, se han asentado tan bien en nuestros parques y jardines que están expulsando de ellos a la fauna autóctona. Ni de los sempiternos gorriones, o de las palomas torcaces, que se benefician del cuidado con que los equipos de limpieza y forestales hacen su trabajo y permiten que se pueda gozar de las distintas especies de árboles que hay en su entorno. No. Hablaré de un grupo de ánades reales que estaban a menos de 10 metros de la zona de espumas. 

Estaban tranquilamente, dejándose flotar y de vez en cuando metiendo su cabeza en el agua para recoger alguna hierba e iniciar su pitanza diaria. Tan acostumbrados al hombre que ni siquiera al acercarme yo sintieron el menor temor y siguieron con su tarea, dejándome fotografiarles, con actitud de completa indiferencia. Fotografías que aquí os dejo como homenaje a una naturaleza sabia y hermosa.