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martes, 25 de agosto de 2015

CUEVAS (X): EL BRUJO DE "TROIS FRÈRES"

Photo R. Bégouën dans Vialou, 1991.

Cuando me estaba documentando para esta serie de relatos sobre la cueva de Nerja, y concretamente, cuando trataba de encontrar las características del periodo Magdaleniense, tanto las generales en toda Eurasia, como las particulares que correspondían al Levante Español y a la zona de Nerja, recordé una historia que había oído más de treinta años atrás. Se trataba de la historia de un dibujo. Un dibujo que había dejado en la pared de una cueva francesa un hombre del magdaleniense. Un dibujo semihumano, que los sabios han dado en llamar "El brujo de trois frères", el brujo de la caverna de los tres hermanos. Y decidí dejar un poco la cueva de Nerja, para buscar y ver ese dibujo.

Henri Breuil
La gruta de los tres hermanos está situada en los Pirineos medios franceses, cercana a la localidad de Montesquieu-Avantès. Se encuentra a una altura de 465 metros. Fue descubierta en el verano de 1912 por tres hijos del conde de Bégouën, de ahí el nombre que posee de "los tres hermanos". Fue estudiada por el arqueólogo Henri Breuil en profundidad durante la década de los veinte del siglo pasado. El abate Breuil precisó la datación de la cueva en el periodo magdaleniense, entre 17.000 y 10.000 a.C., realizando una serie de dibujos en los que intentó representar los grabados y pinturas rupestres de la cueva. Entre estos dibujos se encontraba el del "brujo de trois frères", también llamado, simplemente, "hechicero".

Dibujo realizado por Henri Breuil en 1922

Cuando ví ese dibujo, quedé estupefacto. La figura que se hallaba ante mis ojos era aún más representativa de la historia que escuché en un frío invierno de 1980. La imagen correspondía mucho más a la narración de la historia a la que yo, con mi imaginación infantil, había dibujado en mi cerebro. El Brujo de Trois Frères hacía acto de presencia ante mí, me maravillaba como hacía tiempo no me había maravillado ninguna otra cosa, y volvía a demostrarme la gran sabiduría de la persona a la que oí la historia. Tanto es así que, repasando documentos mucho más actuales, de los últimos quince años, siguen insistiendo en la teoría de que se trata de un dios cornudo, un brujo danzante, o incluso un chamán en trance. El abad Henri Breuil, en 1922, llegó a decir que se trataba de "la divinidad contemplando la creación." Pues bien, nada más lejos de la realidad.


Figura imaginada por el autor a los 12 años

La historia del brujo de Trois Frères la oí por primera vez en mi vida a mediados de un mes de febrero, cuando yo tenía doce años. Si la memoria no me falla, era una tarde de jueves y yo cogí el transistor y lo llevé a mi habitación. Sintonicé la emisora, Radio Nacional de España, y al poco rato comencé a oír la música conque comenzaba el programa. Se trataba de "La Aventura de la Vida", programa de radio dirigido y presentado por el Dr. Félix Rodríguez de la Fuente. En él estaba narrando la que sería su penúltima aventura. Junto a un naturalista de los Territorios del Noroeste, en Canadá, John Frasier, había ido a observar y a filmar la migración de los caribús a través de la tundra canadiense. Y allí, John Frasier le contó la vivencia que luego nos relató a nosotros, a los oyentes de su programa de radio. Lo describe de forma tan magistral que prefiero que se él mismo, gracias a la magia de los programas grabados y a los podcasts de internet, el que les haga disfrutar del auténtico significado del brujo de la Gruta de Trois Frères; el cual no era un brujo, ni un dios cornudo, como nos cuentan los tratados de prehistoria. Se trataba de alguien mucho más cercano a nosotros, lo que no quita mérito al mismo, sino, muy al contrario, le da toda la dimensión y toda la dignidad que merece.

Imagen basada en el relato de John Frasier a Félix Rodríguez de la Fuente

Yo acabo aquí, pero esta entrada no acaba aquí, es necesario conocer la historia que nos relata Félix en su programa (Aventura en Canadá. 14/02/1980). Disfruten con ella y admirense junto a ese niño de doce años que la oía a través de un viejo transistor.

martes, 18 de agosto de 2015

CUEVAS (IX): EL DESARROLLO DE LA CIVILIZACIÓN HUMANA


En nuestra entrega anterior, dejábamos al hombre, al Homo sapiens, disfrutando de nuevas piezas de pesca, que ciertos eruditos identificaban como delfines, e incluso focas. Tanto disfrutaban de su caza y de su carne, que los dejaron representados en la zona más profunda de una de las cámaras que posee la cueva de Nerja.

Pero el tiempo pasa para nuestro hombre cavernario y nos plantamos en el periodo de transición entre el Paleolítico y el Neolítico, antaño llamado Mesolítico, y actualmente, junto a grandes discusiones y polémicas, llamado Epipaleolítico. Durante este periodo, nuestro Homo sapiens, nuestro "cavernícola", nuestro antepasado presenta importantes avances. El clima se hace más benigno. El medio ambiente más favorable. Las presas a cazar o pescar, los frutos o las semillas para recolectar, se hacen más diversos.
Microlitos
La tendencia del hombre es a "fabricar" utensilios más pequeños, llamados microlitos que servirán tanto de punta de flecha, como de elementos añadidos a los arpones para mejorar su eficacia en la sujeción del pez atrapado en los lances de pesca. También desarrollarán buriles para agujerear y cortar piel y raspadores para curtirla, y de esa forma realizar vestimentas para cubrirse y defenderse de las agresiones del ambiente en el que vivían. En cuestión de arte, éste se vuelve más abstracto, más esquemático, decorando cantos rodados con una serie de bandas, puntos y figuras ramiformes.

Y continuando nuestro viaje en el tiempo de la cueva de Nerja, alcanzamos el siguiente periodo: el Neolítico. La comunidad humana que se asienta en la cueva durante este periodo es mucho más importante. Esto viene demostrado por la existencia de vestigios de un grupo humano organizado. Lo demuestran los enterramientos comunitarios, la presencia de animales domésticos; no sólo el perro, sino también ovejas y cabras que muestran el descubrimiento de la ganadería por parte de la población asentada en la sierra de Almijara. Aparecen además utensilios de cerámica, herramientas, adornos y joyas, haciéndonos pensar en que esta población comienza un avance cultural y tecnológico importante y que le lleva a estar en el seno de lo que se ha dado en llamar Revolución Neolítica. Esta fase se extenderá del 7.000 a.C. hasta aproximadamente el 4.800-4.000 a.C.

Periodo Calcolítico o Edad del Cobre

Y, por último, tenemos el periodo Calcolítico, más conocido como Edad del Cobre, que abarca del 4.000 al 2.000 a.C. Ya vimos al principio de nuestro viaje por la prehistoria de la cueva de Nerja lo que supuso la transición de la Edad de Piedra a la Edad de los Metales. Como el hombre comenzó a tratar, elaborar y fundir los metales. Como con la ayuda de las técnicas de cerámica llegó otro gran avance: el descubrimiento de la aleación de los metales. Durante esta fase, en la cueva se han encontrado abundantes puntas de flecha, vajillas cuya elaboración es mucho más complicada que las de anteriores periodos. Incluso se han llegado a encontrar  pesas para telares que nos hablan de una industria textil primigenia.

En el arte correspondiente a este periodo encontraremos grabados en rojo en los cuales quieren representar figuras humanas ejecutando algún tipo de danza. También habrían signos esquemáticos de distintas formas geométricas, a veces asemejándose a frisos. Pero aparecerán grabados bitriangulares que los eruditos han querido hacerlos corresponder con ídolos femeninos, con un principio de sentido religiosa ya conceptualizado en figuras humanas o humanoides.

Y aquí acaba la prehistoria de la cueva de Nerja. Según los sabios, alrededor del 2.000 a.C. se producirá una riada. Unas fuertes lluvias, u otro fenómeno meteorológico, provocarán una gran avenida de aguas que arrastrarán rocas y sedimentos, tapando la cueva. Todo el intrincado laberinto de cámaras subterráneas, pasadizos, toboganes, todos los restos de la actividad humana durante más de 20.000 años, sus utensilios, sus dibujos, sus tumbas quedarán sellados. La entrada desaparecerá hasta que un grupo de chiquillos, de rapazuelos, decidan investigar, casi 4.000 años después, que es lo que hay más allá de unas estalagmitas encontradas por casualidad mientras pretendían cazar murciélagos, en un atardecer de enero, de la sierra de Almijara.


martes, 11 de agosto de 2015

CUEVAS (VIII): ¿CAZADORES DE BALLENAS?

Acabábamos la última entrada haciendo referencia al período prehistórico Auriñaciense. Período en el cual el homo sapiens era ya la única especie de homínido que habitaba el planeta Tierra. Aunque queda algún resto de esta cultura en la cueva de Nerja, la verdad es que son pocos los hallazgos que nos permiten situar al hombre viviendo en la cueva durante este período de tiempo.

Estas poblaciones humanas parecen provenir del Este de Europa, alcanzando el Levante español. Se caracterizan por la talla de lascas, principalmente de dos tamaños, y por la producción de azagayas. Las azagayas son las puntas de caza, las puntas que se colocan en el extremo de bastones más o menos rectos para formar las lanzas, con las cuales poder abastecerse de comida. Porque estos hombres eran cazadores y pescadores. Aprovechan los recursos que les ofrece el ambiente en el que viven. Y de esa manera prosperan.

Cultura Solutrense
En nuestra cueva, la cultura Auriñaciense dará paso, allá por el año 18.000 a.C. a la cultura Solutrense.
La cultura Solutrense consta de grupos de hombres que llevan una vida de cazadores-recolectores. Se alimentan de los frutos que da la vegetación circundante y de los animales que pueden cazar. Para la caza, han desarrollado una "innovación" técnica: las puntas de cara plana, y más concretamente las puntas "hojas de laurel".

Punta "hoja de laurel"
La materia prima que utilizan es el sílex, una material que al golpearlo se divide en lascas, en piedras y pedruscos planos con borde cortante. A base de golpear el sílex conseguirá el hombre solutrense algo que no había alcanzado en el período Auriñaciense. Conseguir puntas de lanza más planas, más cortantes y que penetran más fácilmente la piel y el cuerpo de los animales que cazan. Y no sólo eso. A diferencia de la cultura anterior, ambos bordes de la lasca están trabajados y cortan por igual, lo cual le da más poder aún de penetración a la hora de alancear un conejo, una liebre o un ciervo. Ello permite un mayor aporte de carne, de proteínas, a la dieta del grupo, lo que lleva a una mejora en la salud de los individuos que pertenecen al mismo. Permite que los músculos, los huesos e incluso el sistema nervioso se desarrolle más fuertemente, con un aumento de las capacidades físicas e intelectuales del individuo.


Además de estos restos, el hombre del Solutrense nos deja en la cueva de Nerja expresiones artísticas que representan el mundo en el que vive, soliendo dibujar a distintos cuadrúpedos. Están realizadas en color negro y rojo, colores que veremos en otras manifestaciones artísticas de la cueva.
Camarín de los Órganos. Figura de ciervo
Destacan en el Camarín de los Órganos la figura de un ciervo, y en la sala de la Cascada una cabra hispánica, las presas de las cuales se alimentan y a las que persiguen a lo largo y ancho de los montes.

Cultura Magdaleniense

La cultura Solutrense irá dando paso, alrededor del 14.000 a.C. a la cultura Magdaleniense, en la cual los avances técnicos del Solutrense perdurarán y serán mejorados. A partir de ese año el clima se hace más cálido, los hielos empiezan a ser recuerdos del pasado y la zona de Nerja se convierte en una especie de paraíso para el hombre cazador-recolector. Hay abundancia de presas y de frutas.
Arpón magdaleniense
Pero además, en este período tenemos vestigios que nos hablan de una dieta rica en pescado y marisco. Además de los restos orgánicos que se han encontrado, los utensilios que empiezan a aparecer en buen número son arpones, así como los dibujos en las paredes de la cueva presentan formas pisciformes, formas de pez. Incluso se ha llegado a pensar que las comunidades humanas del período Magdaleniense presentaban la suficiente complejidad como para dedicarse a la pesca en alta mar de ballenas, e incluso, cachalotes. Lo atestiguan los distintos tipos de arpones de piedra hallados en los distintos yacimientos de esta cultura.
Pesca en Lamarela. Indonesia.

El arte magdaleniense que podemos encontrar en la cueva de Nerja alcanza su mejor representación en la sala conocida como Camarín de los Peces, también llamada capilla Magdaleniense. Los dibujos que encontramos repiten el color rojo y parecen seguir un programa decorativo. Se trata de dibujos geométricos que van aumentando de complejidad conforme nos internamos en las zonas de más difícil acceso. La sensación de coherencia de la composición, de responder a una idea estructural ha llevado a pensar que estuvieran realizadas por un único individuo, por un único artista que dejara plasmado en las pareces de la cueva todo su pensamiento y su aptitud para las generaciónes venideras, aunque quizá eso sea mucho pensar ¿o no?

Camarín de los Peces. (Detalle)

Camarín de los Peces. Columna
La última duda que nos deja el Camarín de los Peces son los dibujos que le han dado nombre. Existen varios dibujos de seres de aspecto de pez, de color rojo, pintados en columnas hacia el interior de la sala. Los eruditos, debido a la sencillez de los trazos, han dudado siempre si se trataba de peces, o bien, debido a los lances de pesca a los que se dedicaban los hombres de esta cultura, se trata de delfines. Hay una última teoría que nos señala la posibilidad de que esos dibujos se refieran a otros parientes de los delfines, muy abundantes en la zona durante el Magdaleniense: las focas.

martes, 4 de agosto de 2015

CUEVAS (VII): NUESTROS TATARABUELOS

Situación cueva de Nerja
En la entrada número VI vimos la historia geológica de la cueva de Nerja, y el mecanismo que sirvió a la madre Naturaleza para "construir" las grandes naves que constituyen dicha maravilla ambiental. Pero en las entradas que dedique a su descubrimiento hablé de como los muchachos que dieron con ella se tropezaron con huesos humanos. Y es que la historia, mejor dicho, la prehistoria de los habitantes de la cueva es más apasionante aún si cabe, que la historia geológica de su formación.

En los estudios realizados por los arqueólogos, la datación, la fecha que dan para los primeros pobladores de estas cuevas es de aproximadamente 25.000 años a.C. Las cuevas estuvieron habitadas hasta hace unos 4.000 años. En ese momento, en el 2.000 a.C., la cueva queda sellada y se interrumpe la ocupación de la misma por parte del ser humano hasta que en 1959 unos chiquillos audaces, llevados por su curiosidad, penetran, exploran y dan a conocer al mundo la existencia de la cueva.

Por tanto, los humanos ya en el Paleolítico superior, período que comprende desde 38.000 a.C. hasta el 10.000 a.C., pasaban su vida en estas cuevas. Se han encontrado restos de cerámica, silos, pulseras y otros objetos de adorno, y enterramientos colectivos.
Cuenco hallado en la cueva de Nerja
El último período de ocupación corresponde a la Edad del Cobre, que se extiende del 4.000 al 2.000 a.C., en el cual ya se ha superado el Neolítico, ya ha finalizado la Edad de Piedra de la prehistoria y comienza la Edad de los Metales. En este último período, el hombre comenzará a usar los metales, concretamente el cobre. Primero lo hará como en la edad de piedra, martilleándolo y de esa manera obteniendo objetos más o menos toscos. Pero después, el desarrollo de las técnicas de la cerámica permite conocer el calentamiento y el modelado de ese nuevo elemento que es el cobre, perfeccionando las formas, multiplicando las utilidades del nuevo material y consiguiendo en último término la mezcla con otros metales, la aleación. Aleación con estaño que dará lugar al bronce y provocará el comienzo de una nueva edad, la Edad del Bronce.

Extensión cultura Auriñaciense

Pero volvamos a la Edad de Piedra. Volvamos al Paleolítico superior. Los restos humanos más antiguos hallados en la cueva de Nerja nos sitúan unos 27.000 años atrás. Los restos son escasos y corresponden a la cultura Auriñaciense. En esa época, el homo sapiens es el único homínido que habita la superficie terrestre. Sus hermanos, dentro de la familia de los homínidos, han desaparecido. Parece ser que el homo erectus evoluciona para dar lugar al homo sapiens. Y parece que el hermano mayor del homo sapiens, el homo neanderthalensis, el hombre de Neanderthal convive con él durante algún tiempo. el hombre de Neanderthal es un homínido adaptado al frío, de aspecto más bien tosco, cuerpo más robusto, huesos más duros, talla más pequeña. Todas estas características le permiten sobrevivir en la época glacial, en que en todo el hemisferio Norte del planeta los hielos avanzan cubriendo gran parte de la superficie terrestre.


Parece ser que el cambio climático, el calentamiento de la Tierra, hizo desaparecer al hombre de Neanderthal. Parece que con la retirada de los hielos, las presas de las que se alimentaba desaparecieron. Y en este panorama de desolación aparecieron sus hermanos pequeños. Más gráciles, de aspecto más "refinado", con una mayor capacidad intelectual. El hombre de Cromagnon, el homo sapiens, vino a sustituir, a desplazar, al señor de los hielos, al hombre de Neanderthal.

Por tanto, la cueva de Nerja, a lo largo de más de 20.000 años de ocupación ha tenido un único homínido habitándola. Nosotros, el homo sapiens.


jueves, 23 de julio de 2015

CUEVAS (VI): LA HISTORIA GEOLÓGICA DE UNA CUEVA


Conocíamos en la entrada anterior al protagonista, y realizador, de la cueva de Nerja y de todas aquellas cuevas de su misma naturaleza. El carbonato cálcico. En esta entrada vamos a conocer no el quién, si no el cómo se formó, cual fue el mecanismo ancestral que permitió al carbonato de calcio esculpir formaciones tan variadas, y tan admiradas, en el interior de las oquedades de la Tierra.

Para ello debemos emprender un viaje en el tiempo. Un viaje largo, en el que daremos grandes zancadas, pues nuestro primer destino se sitúa muy atrás en el tiempo, hace unos 200 millones de años aproximadamente. Nos hallamos en pleno periodo Triásico. En esa época, la faz de la Tierra era totalmente distinta a la actual. No había seis continentes, como los hay actualmente. Todas las tierras emergidas se agrupaban en dos grandes masas terrestres, separadas por una canal más o menos ancho, el mar de Tetis.


Estas dos masas de tierra estaban rodeadas por un océano que bañaba el resto de la superficie de la Tierra. A los dos continentes los científicos les pusieron los nombres de Laurasia y Gondwana. Nuestro actual continente, Europa, junto a Norteamérica, Groenland ia y Asia -excepto el subcontinente indio- formaban Laurasia. El resto constituían Gondwana.

El punto geográfico del que hablamos, la cueva de Nerja, estaría situada en una zona costera del sur de Laurasia que, a través de miles de años, habría estado sumergida de forma intermitente en el mar de Tetis. Eso permitiría que se fueran asentando los restos orgánicos, los cadáveres de los seres vivos que pululaban en aquel entonces por la zona, sobre los suelos de la orilla y sobre los lechos marinos costeros.

A partir de la descomposición de esos restos orgánicos, fueron formándose capas y capas de carbonato cálcico, el protagonista de nuestra entrada anterior, dando lugar a lo que los geólogos llaman "lodos calcáreos". Conforme iban quedando sepultados estos lodos, iban sufriendo un aumento de presión y temperatura. Estas altas temperaturas y presiones permitieron una mayor compactación de los materiales y la transformación de dichos lodos en roca, mediante un procedimiento que los científicos denominan "metamorfización", y, por tanto, dando lugar a rocas metamórficas, compactas, que constituyen el mármol que podemos encontrar en el área de la cueva de Nerja.

Todo eso ocurría hace unos 200 millones de años. Ahora hay que dar otro salto en el tiempo. Hay que acercarnos a nuestra edad, al Cuaternario. Y dentro de él al Plioceno, hace unos cinco millones de años. Nos encontramos en el Plioceno un periodo cálido, en el cual diversas corrientes fluviales desembocan en el mar. Los distintos continentes presentan prácticamente la misma distribución que tienen en el día de hoy. Y comienza el proceso de karstificación, que veíamos en parte en la anterior entrada.

En la zona de Nerja, las rocas formadas a partir del carbonato cálcico se ven bañadas por las aguas de los distintos torrentes que bajan desde la sierra al mar. El clima cálido hace que el agua diluya, de forma imperceptible, la superficie de la roca marmórea que se halla en los lechos de los ríos. Según las distintas durezas de la piedra, el agua provocará la disolución del carbonato cálcico, filtrándose en la roca. Esto llevará a producir fisuras, grietas y conductos. Puede que el cruce de varias fisuras y grietas provoque la inestabilidad de la masa rocosa y la rotura y caída de la misma sobre el suelo de un conducto y, de esta forma, se produzcan unas cavidades, pequeñas en un primer momento, grandes más adelante, que reciben el nombre de cavidades kársticas. A través de las fisuras y grietas que desembocan en esas cavidades, se irá filtrando el agua, cargada de calcio, el cual poco a poco, debido a la menor temperatura del entorno irá precipitándose, depositándose en capas que irán creciendo hasta dar forma a los distintos elementos que nos maravillan en una cueva kárstica. Estalactitas, estalagmitas, columnas, banderolas, coladas, todo tipo de formaciones, a las que se llama de forma genérica "espeleotemas", y que nos asombran por su belleza y grandiosidad.


Aún nos queda un último capítulo en la historia geológica de la cueva de Nerja. Las grandes salas que vemos durante nuestra visita a la misma no se deben tan sólo al proceso de karstificación comenzado hace unos cinco millones de años. Otro salto en el tiempo nos coloca en este momento hace 800.000 años. La zona de la cueva de Nerja y sus alrededores sufre un terremoto. Se produce un gran corrimiento de tierras. Y como la masa marmórea de la zona estaba agrietada por los millones de años de infiltración de aguas, se produce la caída de rocas, la apertura de oquedades en el seno de la tierra y surgen las distintas salas de la cueva. A partir de ese terremoto, hace 800.000 años, se remodela toda la zona. Y el agua y el carbonato cálcico continúan su labor metódica, paciente y sistemática de dar lugar a uno de los mayores espectáculos naturales de la costa mediterránea.


viernes, 17 de julio de 2015

CUEVAS (V): UN HUMILDE PROTAGONISTA

La cueva de Nerja, de la que venimos hablando en las últimas entradas; la cueva de las Maravillas como la bautizaron en los años de su descubrimiento, allá por finales de los cincuenta y principios de los sesenta del pasado siglo; tiene una longitud de más de siete kilómetros (7.129'28 metros para ser exactos). Y posee un volumen interior de más de 250.000 metros cúbicos. Tiene salas amplísimas, donde incluso se ha llegado a representar el ballet de "El lago de los cisnes" de Tchaikovsky. En esas salas se pueden admirar formaciones de una belleza y complejidad tales que, para que el hombre pudiera igualarlas mínimamente, deberíamos esperar a la llegada del Gótico que producirá en los siglos XIII y XIV las catedrales que se reparten por toda Europa, y que provocan la admiración de propios y extraños. ¿Dónde quiero llegar? Ahora les explico.

Lo que me ha llevado a comenzar la entrada de hoy destacando las dimensiones de la cueva de Nerja, y a compararla, dando un salto en el tiempo de cientos de miles de años, con las catedrales europeas, es el origen de dichas cuevas kársticas. Y más que el origen, el responsable de la formación de dichas estructuras geológicas. Porque, si bien es verdad que en su formación las cavidades kársticas precisan de desplomes de tierra, de agua, de terremotos; el protagonista de todas estas formaciones, que tanto nos llaman la atención, es humilde y sencillo. Si hay por ahí algún chaval que esté leyendo este blog, soltará eufórico: "Lo sé, se trata del agua. Gota a gota produce las formaciones que se ven en las cuevas." Y en parte tendrá razón. Pero yo no me refiero al agua. El agua es uno de los elementos más poderosos de que dispone la Tierra para modelar las formas de la superficie del planeta. El agua es tan importante que es la base de la vida. Sin agua, la vida en nuestro planeta, mal llamado Tierra, no existiría. Pero no, querido amigo, no me refiero al agua.

El responsable de la formación de las cavidades kársticas, y de su modelado posterior con la aparición de todos los elementos que conocemos -estalactitas, estalagmitas, etc.- es una sal. Es el carbonato cálcico. Para que nos entendamos, es un pariente más o menos lejano de nuestra sal común, de nuestra sal de mesa. Y como ella, se disuelve en el agua. Esta sal está compuesta de dos elementos diferentes, con caracteres distintos.
El carbonato, que es el que permite la disolución necesaria para que los elementos que forman la sal, el carbono y el calcio, se separen en contacto con el agua. Este carbonato es el que permite que el agua arrastre, poco a poco pedacitos minúsculos, microscópicos, de roca. Cuando el sol cae de plano sobre el horizonte, y calienta la tierra, basta una corriente de agua que fluya a través de una superficie formada por roca calcárea, por roca de carbonato cálcico, para que el agua provoque pequeños "pozos" de disolución, microscópicas fisuras que se irán agrandando hasta formar grietas en la roca y el agua vaya penetrando, cada vez más profundamente, en la misma.

Pero nos queda el calcio. El calcio es un elemento duro. ¿Qué pasa con él cuando es arrastrado por el agua hacia las profundidades de la tierra? Pues el calcio es el que va a constituir los ladrillos, microscópicos, de las grandes formaciones que veremos en las cuevas de origen kárstico. Cuando alcancen una determinada profundidad, el calcio precipitará. Conforme ha ido bajando, también ha bajado la temperatura. El ambiente cálido de la superficie, facilitado por el sol del mediodía, ha ido dejando paso al fresco, y al frío. A una determinada temperatura, el calcio comienza a unirse, lo que se llama precipitación. Y poco a poco, gota a gota, comienza a formar todos los extraordinarios elementos de que podemos disfrutar en nuestra visita a una cueva de este tipo.

Curioso, ¿no? Un elemento pequeño, tan pequeño que aún ni siquiera con microscopio llegaríamos a ver, es el responsable de formaciones que compiten en belleza y magnificencia con las catedrales. No es ni siquiera un ser vivo, sino un simple, sencillo y humilde compuesto químico, compite con el ser más complejo que habita el planeta y que ha tenido la osadía de llamarse a sí mismo sapiens.



viernes, 10 de julio de 2015

CUEVAS (IV): AVENTURA DE CHAVALILLOS



En la última entrega de "Cuevas" dejábamos a un grupo de mozalbetes rompiendo unas piedras, concretamente unas estalagmitas, que les impedían atravesar un hueco que habían encontrado en una antigua mina.

Pues bien, nada más quedar libre el paso, nuestros protagonistas, ni cortos ni perezosos, se introdujeron por aquel agujero, que ahora sí les permitía acceder al interior de las entrañas de la tierra. Lo primero que encontraron fue una especie de túnel, con una pendiente pronunciada. La excitación de entrar en un lugar donde nadie antes había estado les hizo lanzarse al interior, prácticamente deslizándose como si se tratara de un tobogán. Al final del trayecto, les esperaba una enorme sala.

Dibujo realizado por el autor

La sala, que medía cien metros de larga, se alzaba a una altura de unos treinta metros. Los muchachos quedaron extasiados, y cuando sus ojos se fueron haciendo a la oscuridad reinante, comenzaron a distinguir las distintas formas que, gota a gota, el agua había esculpido a través de la roca. Estalactitas y estalagmitas habían ido formando columnas, bloques que parecían los tubos de enormes órganos, y formas caprichosas que hacían volar la imaginación de los chicos. Éstos empezaron a jugar, compitiendo por ver cuál era el más ingenioso a la hora de dar nombre a las distintas formaciones de roca que veían ante ellos.

Dibujo realizado por el autor
Tan absortos estaban en las distintas formas que adquiría la piedra que no se dieron cuenta de algo que también contenía la cueva. Hasta que oyeron un crujido proveniente de sus pies. Habían pisado algo y lo habían cascado. Miraron hacia donde provenía el sonido y distinguieron en la penumbra unos huesos. En un primer momento pensaron que pudieran pertenecer a algún animal que hubiera entrado en la cueva que acababan de descubrir y que, al no encontrar la salida, hubiera muerto de inanición. Uno de ellos, llevado de la curiosidad cogió uno de los huesos.
-¡Pedazo animal! Debía ser grande por el tamaño del hueso.
-¡Y tan grande! -respondió su compañero que se había quedado petrificado ante la visión que se ofrecía ante él- Mira ahí, ¿veis lo que yo veo?
Unas calaveras yacían en el suelo de la cueva, ante los chavales. Definitivamente no se trataba de ningún animal. Eran restos de seres humanos.

Los muchachos decidieron no proseguir la exploración de la cueva. Volvieron por sus pasos y salieron al exterior. Cuando volvieron al pueblo se lo contaron a sus padres y allegados. En un principio chocaron con la incredulidad de la gente. ¡Una cueva grande, hermosa y con restos humanos! Podía ser parte de la excusa de los pilluelos para justificar sus faltas a clase. La inventiva es muy fuerte en los chavales a esa edad. Pero hubo un fotógrafo y un médico de la localidad que les creyeron. O, al menos, pensaron que valía la pena descubrir si los chicos decían la verdad. Unos días después fueron a la mina, y entraron por el orificio que habían dejado libre los niños al romper las estalagmitas. Y comprobaron que lo que decían los chiquillos era verdad.

Sala del Cataclismo (Cueva de Nerja)

La noticia saltó a los medios de comunicación. La Delegación de Excavaciones Arqueológicas de Málaga tomó cartas en el asunto. Al descubrir la excepcionalidad de la cueva, comenzó a estudiarla, habilitando una entrada más fácil que la que usaron los chicos. Se empezaron los trabajos de mejoras y acondicionamiento. El 15 de junio de 1961 fue declarada Monumento Histórico Artístico. La Cueva de Nerja abría al público sus maravillas.

¿Y los chiquillos que protagonizaron esta aventura? Una escultura en piedra, a la entrada de las instalaciones, recuerda su hazaña. Una hazaña que comenzó un mes de enero de 1959, con un grupo de alegres mozalbetes que únicamente trataban de cazar murciélagos en un lugar de la sierra de Almijara. No imaginaban, ni por un momento, que ellos descubrirían la Cueva de Nerja.

Entrada a la Cueva de Nerja

jueves, 2 de julio de 2015

CUEVAS (III): UNOS "NOVILLOS" DE ENERO

Once de enero de 1959. Un grupo de chiquillos se han saltado la clase ese día. Habían decidido ampliar sus correrías por la zona de la sierra que se extendía a las afueras del pueblo. Esta zona escarpada surgía desde el mar y ascendía hasta formar un grupo de montes y montañas que constituían la sierra de Almijara. Los chicos habían oído, de boca de sus mayores, las aventuras y desventuras de los bandoleros que las usaban como refugio durante el siglo anterior. También les había contado alguno de sus abuelos, más versado en la historia del lugar, como en época de los moros, los distintos emires, visires e incluso el gran califa de Córdoba, habían bajado hasta la zona para disfrutar de la conjunción de montaña y playa de que se podía gozar en aquellos lugares.


Dibujo del autor del blog

Pero los niños no estaban interesados en esos momentos por esas historias. De hecho, no habían ido a clase para evitar ese tipo de rollos. En su mente había algo más emocionante. El primo de uno de ellos les había dicho que en la Mina, una oquedad del terreno donde se arrojaban las basuras, había un montón de murciélagos. Y este mismo primo les había enseñado como cazarlos.

Murciélagos durmiendo
"Se localizan donde están. Con mucho cuidado de no hacer ruido, se coloca la red alrededor del agujero de salida. Uno o dos del grupo se introduce a eso del mediodía, que es cuando están más atolondrados por el calor. Se les asusta y ¡zas! cuando quieran salir chocan con la red y se les atrapa." Les había explicado el crío.

Y allí se dirigían con la red, tomada "prestada" al padre de uno de ellos sin que éste lo supiera. Caminaban alegres, descuidados, hablando entre ellos de los que iban a cazar y de lo que iban a presumir delante de sus compañeros y de las chicas. Incluso esconderían algún murciélago para dar un buen susto a alguna de las chicas más remilgadas. Y acabaron riendo sonoramente, al contarse entre sí lo bien que lo iban a pasar.

Dibujo del autor del blog

Cuando colocaron la red, y se disponían a entrar y a asustar a los murciélagos, notaron una corriente de aire frío. "¡Qué raro!" pensaron. El soplo venía de lo profundo de la oquedad. Uno de ellos, el mayor, mandó callar a los otros y se acercó al lugar. Vio un orificio que estaba atravesado por una especie de "ramos de piedra", estalagmitas, que les impedían el paso. Si hay algo más fuerte en la mente de un crío que el afán de aventuras es la curiosidad. Y llevada por ella, intentaron cruzar el orificio, pero debido a las estalagmitas no pudieron. Sin embargo, no se dejaron vencer por ese obstáculo. Decidieron regresar al día siguiente con los útiles necesarios para romper las estalagmitas y tener libre el paso.

Dibujo del autor del blog

El día siguiente fue claro como el anterior. La sierra de Almijara se recortaba en el horizonte. Los niños llegaron a la Mina. Rompieron los obstáculos que les impedían introducirse en el agujero y se deslizaron en su interior. ¿Qué les ocurrió?

Creo que lo siguiente merece una nueva entrega. Hasta entonces, queridos amigos, muy buenas tardes.