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lunes, 23 de febrero de 2015

DESARROLLO CEREBRAL HUMANO (I)


En las entradas anteriores hablábamos del proceso de cerebralización que había sufrido la vida a lo largo de su desarrollo en el planeta Tierra, y que este proceso de cerebralización había alcanzado su cenit en la especie humana, en el Homo sapiens. Todo ello lo descubrimos a través del análisis de uno de los libros en los que el jesuita Teilhard de Chardin nos mostraba su teoría sobre la evolución no sólo de la vida en la Tierra, sino sobre la fuerza que llevaba a la evolución del Universo entero.

Pues bien, a partir de la cerebralización humana, podemos hablar de una serie de hallazgos que se han realizado en los últimos treinta años y que han permitido descubrir que el desarrollo del cerebro es mucho más rápido y flexible de los que podríamos pensar hace algún tiempo.

En el momento del nacimiento, nuestro cerebro tiene aproximadamente unos 100.000 millones de neuronas. Conforme vamos creciendo, sobre todo en los primeros meses y años de nuestra vida, vamos recibiendo del exterior una gran cantidad de estímulos, una gran cantidad de señales. Esos estímulos hacen que las conexiones entre las distintas neuronas se vayan haciendo cada vez más numerosas, de tal forma que la avalancha sensorial que recibe el pequeño en los primeros años de su vida permite que a los tres años alcance cientos de billones, con b, de conexiones entre las neuronas.

Pero no sólo va a existir un aumento en el número de conexiones entre las distintas neuronas, sino que además va a existir un aumento en la calidad de dichas conexiones. Estas conexiones se realizan a través de prolongaciones de las neuronas que reciben el nombre de dendritas y axones. Las dendritas son las cortas, las que reciben la información. Los axones son las prolongaciones más largas, las encargadas de transmitir información a otras neuronas. Estos axones van recubiertos de una vaina de mielina, que protege al axón y le permite una mejor transmisión de los datos de una a otra neurona. Se ha podido observar que el uso frecuente de las conexiones permite una aumento de la capa de mielina, con una mejora en la conducción. Pero también existe el fenómeno contrario: La Poda sináptica.

Esta "poda" consiste, tal como indica su nombre, en que aquellos circuitos que no son utilizados pierden la capacidad de conexión, esta conexión se interrumpe y acaban muriendo. Eso significa que existe una reestructuración cerebral que no se conocía hace treinta años. Y de hecho, se ha podido observar que existen ciclos de crecimiento y reestructuración cerebral, uno de ellos iría de los 12 meses a los 5 años y otro de ellos se daría en la primera fase de la adolescencia.

¿Quienes son las personas que nos han ido descubriendo estos hallazgos? ¿Cómo han conseguido llegar a dichas conclusiones? No sólo han descubierto lo escrito más arriba, sino que han llegado a conclusiones mucho más atractivas para nuestro día a día, pero merecen que se vayan descubriendo poco a poco.

Por todo ello, les emplazo para el próximo post. Y les dejo con una imagen de una de las maravillas de la vida: el cerebro humano.


martes, 17 de febrero de 2015

EL GRUPO ZOOLÓGICO HUMANO (II): EL ÁRBOL DE LA VIDA


El árbol de la vida: Gráfico o figura en dónde se expresa la historia de la diversidad de las formas vivas, desde su aparición hasta el Presente.

En el post anterior hablamos del proceso de vitalización que nos presentaba Teilhard de Chardin. Nos quedábamos en la aparición de moléculas proteicas y en la conglomeración de las mismas hasta la aparición de la vida. Por tanto, a partir de estos conglomerados comienzan a hacer su aparición los primeros organismos. Al principio seres simples, como los virus actuales, y que, poco a poco, van aumentando su complejidad. Y desde este aumento de complejidad se daría para Teilhard de Chardin la diferenciación entre unos seres vivos y otros.


Pasa posteriormente a explicar el desarrollo de los seres vivos, desde bacterias, protozoos hasta llegar al hombre. Para conseguir este desarrollo del árbol de la vida nos indica que en el proceso de corpusculización, que conocíamos en el post anterior, existe un hilo conductor que, de alguna forma, "dirige" este proceso. Y este hilo conductor sería el grado de interiorización del corpúsculo, que quedaría culminado en el hombre con la aparición de la conciencia. Para ésto, sería necesario que en el organismo, en el ser vivo, que se desarrolla por el proceso de vitalización, existiera una parte u órgano más conectada al desarrollo de esa conciencia, de la psique del ser vivo. Y esa parte "debería emplearse para apreciar el grado de corpusculización conseguido por el ser viviente".

A partir de este momento, Teilhard de Chardin nos muestra el proceso de corpusculización centrado en el desarrollo de ese órgano particular de los seres vivos, que no es otro sino el sistema nervioso. Y el desarrollo del sistema nervioso tiene su cumbre en el proceso de cerebralización. Con ello quedan desplazados grandes grupos de seres vivos: vegetales, trocóforos, celentéreos, equinodermos, etc. Has los artrópodos se ven frenados por el fenómeno de la cerebralización, pues los ganglios cefálicos de un insecto no llegan, ni de lejos, a constituir un órgano de la complejidad y posibilidades de las que disfruta el cerebro. Con ello nos queda un único grupo de seres vivos cuyas características permiten continuar el proceso de cerebralización: Los vertebrados.


Dentro de la rama de los vertebrados surge un grupo de mayor complejidad, los mamíferos. En ellos el proceso de cerebralización se acelera. Y dentro de ellos hay un grupo que se destaca principalmente por este hecho. Los primates.


Los primates presentan una serie de características que precisan un desarrollo en el control de los movimientos, en la percepción del mundo exterior, como son la visión binocular -para calcular adecuadamente las distancias-, el pulgar oponible -que permite ejercer a la mano el papel de pinza, no sólo el de garra-, el desplazamiento a través del ramaje -que conllevará la aparición de una articulación del hombro que permite el giro completo de los miembros superiores-, serie de características, repito, que les hacen idóneos para que en ellos prime el desarrollo del cerebro frente a otros órganos, aparatos o sistemas que poseen los seres vivos.


Con todo ello, Teilhard de Chardin nos dice: "una cantidad cada vez mayor de sustancia nerviosa no había cesado de aislarse (y de disponerse cada vez mejor) en el corazón de la materia vitalizada". Pero una mayor cantidad de materia vital, una mayor cantidad de tejido nervioso y, por tanto, de psiquismo no es suficiente para la aparición del Hombre tal y como lo conocemos actualmente. Se debe de dar un nuevo salto. Un salto de la misma importancia que los anteriores a los que nos hemos ido refiriendo. Un salto clave que si no se hubiera dado en el Hombre, se habría dado en otro ser vivo. El salto del psiquismo directo al psiquismo reflexivo. Con ello "la Vida se ha hipercentrado sobre sí misma, hasta el punto de hacerse capaz de previsión y de invención. Se ha hecho consciente". Este psiquismo reflexivo, esta Reflexión es la que permite en la familia de los homínidos, a la que pertenece el hombre, que la evolución divergente que se había experimentado hasta entonces dé un giro de 180º y se tienda a la "coalescencia de los individuos". Es decir, el avance y desarrollo del Homo sapiens en los pocos cientos de milenios de su vida como especie ha conseguido superar al resto de la Vida. Y ese avance se da gracias a ese giro de 180º, al paso de la divergencia a la convergencia, que empieza a experimentarse en la especie humana a partir de la aparición de la Reflexión.

Esa capacidad de reflexión será la que permitirá al hombre adaptarse, dominar, conquistar la Tierra, expandirse por la misma y crear sociedades en las que la influencia de la naturaleza irá siendo cada vez más escasa, y la misma naturaleza se verá arrinconada por la humanidad, por la materia viva reflexiva. Con todo ello, y en palabras del propio Teilhard de Chardin:
"Salimos de la última oscuridad de la Humanidad juvenil para llegar a la clara visión del Fenómeno humano."


En nuestro s. XXI ¿tenemos una clara visión del Hombre, tal como decía Teilhard hace setenta años? ¿O más bien el hombre continúa confuso en cuanto a su esencia?
Posiblemente, si nos acercáramos a esa "humanidad juvenil" de que nos habla, quizá descubriéramos que podemos haber perdido el rumbo en algún momento de la Historia y quizá, tan sólo quizá, aún podamos retomarlo.

Mientras tanto, sigamos disfrutando de lo que el Universo nos ofrece.