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lunes, 22 de agosto de 2016

LCP XXXII: GIBE III. LA GRAN PRESA DEL RÍO OMO.


En éste, nuestro último capítulo sobre los pobladores del río Omo, vamos a echar un vistazo a la situación en que se encuentran en este momento. Y, en concreto, a uno de los peligros que en este mismo instante se está materializando: la desertificación de su ambiente, la pérdida de los recursos naturales de los que han estado viviendo hasta ahora y que les eran dados, como a los antiguos egipcios, por las crecidas de las aguas del padre-río Omo. ¿Por qué? Porque el río Omo, cada temporada, con las lluvias, sufría un aumento en el caudal de sus aguas y éstas arrastraban limo, barro, nutrientes, desde las montañas lejanas hacia las planicies que preceden al lago Turkana. Y junto con la avenida de las aguas que ayudaban a llenar el lago Turkana; lago, por cierto, el más grande de los lagos desérticos del mundo; llegaban los elementos que fertilizaban sus orillas, que hacían que a lo largo de su territorio pudieran crecer cultivos, pudiera pastar el ganado y, en resumen, los pueblos afincados en sus alrededores pudieran crear una cultura tan rica y tan diferente como hemos podido comprobar y disfrutar en las entradas anteriores.


Sin embargo, el avance del ser humano como especie hará que estas crecidas de las que he hablado desaparezcan. El desarrollo económico de los distintos países provocará que toda una amplia zona del río Omo, dónde se encuentran dos parques nacionales, que se ha declarado Patrimonio de la Humanidad, se desertifique. El progreso de la sociedad creada por el ser humano como individuo "civilizado" llegará, incluso, a poner en riesgo la existencia del lago Turkana. ¿Y cómo está ocurriendo eso? Pues con algo tan "sencillo" como la construcción y puesta en marcha de una presa: la Gibe III.

Presa Gibe III en construcción

Cuando me estaba documentando para hablar de esta presa, he encontrado muchos artículos hablándome de los efectos devastadores de la misma. Pero, al ver que tenía un numeral, el III, me picó la curiosidad y decidí "descubrir" de dónde procedía y cuales eran la I y la II. Resultó que el proyecto Gibe, o mejor dicho Gigel Gibe se trata de un conjunto de presas y estaciones hidroeléctricas que constan de cinco construcciones, que llevan los numerales I, II, III, IV, V. De ellas, solamente están construidas las tres primeras.

La Gilgel Gibe I se trata de una presa situada en el río Omo, o más bien en uno de sus afluentes, el Gigel Gibe (según referencias). Tiene unos 40 m. de altura. Se encuentra a 57 km al noreste de Jimma, en la zona de Oromia, y puede producir 184 MW. Su construcción duró de 1986 a 2004. La Gilgel Gibe II es una estación hidroeléctrica que se encuentra a 80 km al este de Jimma, en la misma región que la presa I, y unida a ella por un túnel hidráulico de 26 km, que puede presumir de ser el más largo de África. Esta estación alcanza una producción de 420 MW, y se empezó a construir en marzo de 2005, siendo inaugurada en enero de 2010.

Gibe III en funcionamiento

Y llegamos a la Gibe III. Nuestra protagonista. Se comenzó a construir en el 2008, acabándose en el 2015. Se encuentra a 92 km al noroeste de Arba-Minch, Pero ahora vienen los datos más importantes, que son los que les darán una idea de la magnitud de la obra. Su altura es de 243 metros y su producción es de 1870 MW. De hecho, está previsto que suministre energía eléctrica no sólo a Etiopía, que es el país donde se encuentra, sino también a Kenya, Sudán y Djibouti.

Pero no se trata sólo de un problema energético. A partir del 2011, el gobierno etíope ha comenzado a arrendar terreno fértil del valle bajo del río Omo a empresas extranjeras para cultivos extensivos de biocombustible y otros cultivos de alto valor económico. Pero os preguntareis, ¿qué ocurre con las poblaciones asentadas en esos terrenos? Fácil, se resume en dos palabras: Expulsión, reasentamientos. Así de sencillo. El proyecto gubernamental Kuraz Sugar proyecta cubrir de esta forma unas 245.000 hectáreas.

La ministro de asuntos exteriores de Kenya, Amina Mohamed

Sin embargo, ante tal imagen desoladora, en mi documentación también me he encontrado con datos para la esperanza. Por ejemplo, en mayo el gobierno de Kenya ha decidido iniciar negociaciones con el de Etiopía para intentar una mejor solución al problema que plantea la presa Gibe III. Tanto en cuanto a la reducción, que se calcula en casi dos tercios, del volumen de agua del lago Turkana cuya principal fuente de abastecimiento es el río Omo, como de la vida de los pueblos de los alrededores, pues se ha podido comprobar un aumento de los enfrentamientos entre individuos de la etnia turkana, de Kenya, y de la etnia Dassanetch.

Por otro lado, los mismos pueblos del río Omo parecen querer ser los protagonistas de sus vidas y de su desarrollo. Ya en el año 2008 desarrollaron un Área de Conservación Comunal (CCA siglas en inglés) junto con un proyecto de turismo, parecido al que tienen los massai en zonas de Kenya y Tanzania, lo que les permitió obtener unos ingresos de 10.000 dólares americanos. Por desgracia, no consiguieron el reconocimiento del gobierno y tuvieron que parar el proyecto. Sin embargo, sirvió para que tomaran conciencia de las posibilidades de desarrollo dentro de sus propias comunidades, e incluso personal de los parques nacionales Mago y Omo, con los que siempre tenían conflictos, recibieron este tipo de proyecto de forma totalmente favorable.

Paisaje del parque nacional Mago

Como en muchos otros sitios de nuestro planeta, podemos ver que cuando al hombre se le deja administrar su propia tierra, cuando al indígena se le permite vivir la vida que él quiere y se le dan los medios necesarios para que ésta sea digna según su cultura, los conflictos suelen tener soluciones más sencillas de las que se pueden plantear desde sillas o sillones en despachos más o menos alejados de las tierras sobre las que se toman las decisiones.

Desde aquí, con un llamamiento al gobierno de Etiopía para que, en las decisiones que tome, tenga en cuenta a todos sus ciudadanos, incluidos aquellos que no viven en ciudades, sino en las llanuras y en las riberas de un río llamado Omo, me despido de ustedes, de vosotros, hasta la próxima entrada.

Anciano de la etnia Karo. Al fondo, el curso del río Omo

domingo, 14 de agosto de 2016

LCP XXXI: EL UKULI BULA (2ª parte)

Hombres de la tribu Hamer preparándose para el Ukuli-Bula

Queridos amigos de La Cultura de los Pueblos. Nos quedábamos en la entrada pasada justo en el momento en que el grupo de maz habían realizado la flagelación ritual de las hermanas del ukuli, del aspirante a maz, del aspirante a ascender al estatus de adulto dentro de la tribu Hamer. Y por mucho que esta acción fuera ritual, vimos que los latigazos eran reales y que las heridas eran reales, por lo que las mujeres Hamer demostraban un auténtico valor al, no solo prestarse, sino animar a los maz a realizar dicho ritual. Pero ahora comenzaba el turno del ukuli.

Ukuli con la piel de oveja
En un primer momento, todo el grupo de maz se reunirá en torno al ukuli, y procederán a desvestirlo, dejándolo como Dios lo trajo al mundo, sin ningún tipo de ropa. Después le colgarán una piel de oveja que le cubrirá, a modo de mandil, la parte anterior del cuerpo.

Una vez hecho esto, el ukuli se sienta sobre una piel de buey extendida sobre el suelo, frente a él estará un maz que es elegido previamente, y ambos estarán rodeados por el resto de los hombres, que asegurarán el secreto de la ceremonia. En ese momento, el maz instruirá al ukuli e intercambiarán objetos: un haz de 8 látigos, 7 brazaletes de metal y 1 de madera, y otro tipo de utensilios. Al final de la instrucción el maz pintará, embadurnará, todo el cuerpo del ukuli de carbón.

Ha llegado el momento culminante en que el ukuli debe demostrar su valía. Los hombres, los maz, forman una fila y se dirigen a las reses que están preparadas para el rito del salto. Las colocan apiñándolas unas al lado de las otras, formando una fila. Normalmente solía haber ocho animales, actualmente suelen ser tan sólo cuatro o cinco. La primera es una vaca, que recibe el nombre de uongo garro. Después de ella, el resto son bueyes. Pues bien, el ukuli se coloca en el extremo de la fila de reses en que se encuentra la vaca. Está totalmente desnudo, pues se le ha quitado el mandil de piel de oveja. Sólo está cubierto por el carbón con que le ha embadurnado su padrino, su maz. Ahora él es el protagonista. Debe saltar, apoyando en primer lugar el pie en el lomo de la vaca, la fila de bueyes que tiene frente a él. Puede ir pisando los lomos de los bueyes, pero no tiene que caerse entre ellos. Tiene que recorrerlos sin escurrirse. Los saltos se repetirán hasta que el ukuli consiga su objetivo. Hasta que el ukuli consiga saltar todos los bueyes.
Ukuli iniciando la carrera para realizar el salto del toro. 
Ukuli realizando el salto del toro, con los maz sujetando a las reses.

Una vez que esto se ha producido, los asistentes forman filas compactas y avanzan rítmicamente con cánticos, celebrando la hazaña del ukuli. Celebrando que el ukuli ha pasado la ceremonia del "salto del toro". Celebrando que ya se ha iniciado a la etapa adulta. Que ya ha entrado a formar parte de los hombres del poblado. Ya pueden regresar a sus casas. La ceremonia ha acabado.

La ceremonia ha acabado. Ha acabado para todos, menos para el ukuli. En realidad, el ukuli solo ha pasado al estado de Cherkali. Debe pasar 4 días embadurnado de hollín, del carbón con que le ha pintado su padrino, su maz. Y después de esos 4 días, debe pasar otros 4 días embadurnado de mantequilla. Al acabar ese periodo de 8 días es cuando sí, realmente, se le puede llamar ya maz. Es cuando sí, realmente, ha pasado al estatus de adulto dentro de la tribu Hamer. Es cuando ha terminado su periodo de iniciación y comienza su etapa de madurez.
Silueta de Ukuli recortada en el atardecer africano del río Omo

Pero nadie ha dicho que el periodo de madurez sea más sencillo que el anterior. Posiblemente la familia ya le tiene escogida esposa, mujer, y el recién estrenado maz se tiene que enfrentar a la primera decisión importante de su vida: aceptar o no a la mujer que le tiene preparada su familia. Si la acepta, formará una familia. Si la rechaza, la familia comenzará a buscarle otra muchacha. Y mientras tanto, el maz disfrutará de la vida en soltería junto a otros maz que estén en su misma situación. Sencillo, ¿no? Casi idílico para el maz ¿no? Alguna pega tenía que tener esta libertad. Durante este periodo de libertad de cargas familiares, el maz solamente le está permitido comer carne, miel y leche, y beber café y agua. Una dieta estricta para que el muchacho maz no se acostumbre demasiado a la soltería. ¿No creen?

Dejaremos a nuestro recién estrenado maz que disfrute de su nuevo estatus y nosotros volveremos a encontrarnos en la red en la próxima entrada. Hasta entonces, un abrazo.

domingo, 7 de agosto de 2016

LCP XXX: EL UKULI BULA Y LA FLAGELACIÓN RITUAL

Queridos amigos de La Cultura de los Pueblos, saludos desde la red. Quedábamos hace unos días en que sería ahora cuando hablaríamos de uno de los rituales más dramáticos, más duros, y más sacrificados que una mujer realiza en la tribu Hamer por alguien de su familia, concretamente por su hermano. Hablamos de la flagelación ritual que tiene lugar como primera parte, o paso previo al Ukuli-Bula o ceremonia del salto del ganado en la que el joven Hamer se convierte en individuo adulto con plenos derechos dentro de la tribu, como son los de casarse y formar una familia. Pero vayamos por partes.

El rito del Ukuli-Bula es muy parecido al rito Pilla del pueblo Karo; pero algo más complejo. Cuando tratamos al pueblo Karo, fue a través del recuerdo del anciano Molu la manera que tuvimos para adentrarnos en los entresijos de dicho rito. En esta ocasión, sin embargo, quisiera que más que una narración, fuera una descripción la que nos permitiera vivir todo este rito. Por tanto, quedará en tercera persona. Si logro o no la intensidad que me  he propuesto, seréis vosotros; serán ustedes, quienes decidirán si lo he conseguido o no.
Joven Hamer antes de la ceremonia del Ukuli-Bula
Para empezar, tal como señalé anteriormente el Ukuli-Bula permite el paso del joven Hamer al estatus de adulto, lo cual le va a abrir las puertas al matrimonio y a formar una familia. Más que al matrimonio en sí, habría que hablar de pactos matrimoniales, entre las familias del que adquiere el estatus de adulto y de la joven casadera.

El joven aspirante recibe distintos nombres. Hasta que realiza la ceremonia del salto del toro, se le llama Ukuli. Una vez que ha conseguido pasar la prueba, se le llama Cherkali. Y transcurridos ocho días, adquiere la categoría de Maz, que es el estatus al cual aspira.

Terreno preparado para el Ukuli-Bula
Para realizar la ceremonia del Ukuli-Bula se buscan lugares amplios, planos, despejados de arbustos, en pleno campo. Al tener que manejar reses de ganado vacuno y realizar varias ceremonias, es necesario que el sitio cumpla estas características de amplitud y limpieza de vegetación. Allí van a acudir la familia, los distintos parientes y los allegados del ukuli, junto a un número variable de maz del poblado, de los adultos que ya han pasado la prueba y cuya aportación a la ceremonia va a ser muy importante, como comprobaremos más adelante.

Estos maz se adornan con plumas, collares, brazaletes, en suma, con sus mejores prendas. Y portan en sus manos unas ramas largas, delgadas y flexibles. Ramas largas, delgadas y flexibles que se usarán a modo de látigos.

Las mujeres de la familia del ukuli, excepto la madre, van ataviadas profusamente con adornos y se encuentran embadurnadas de grasa, tanto el cabello como la totalidad de su cuerpo. Esta grasa será de suma importancia para lo que va a venir a continuación.

LA FLAGELACIÓN RITUAL

Una vez que todo el personal que va a participar en el Ukuli-Bula está preparado, comienza la ceremonia, pero no serán los hombres los que "abran el fuego", digámoslo así. Van a ser las mujeres, las parientes del ukuli, quien formando grandes corros, danzando y cantando en sentido circular, con trompetas y con pitos se van a ir acercando hacia donde se encuentran los maz.
Corro de mujeres Hamer danzando y cantando. Nótense las trompetas que llevan algunas en sus manos. En la imágen
de abajo, el grupo se dirige hacia dónde se encuentran los hombres adultos, los maz.
Los maz, por su parte, están sentados a la sombra de los pocos árboles que hay en la zona. Se encuentran como cohibidos, como remisos, ante la llegada del grupo de mujeres que danzan y cantan ante ellos, cada vez con más fuerza, cada vez con más intensidad.

En un momento dado, una de ellas, la más de las veces una hermana del ukuli, se coloca delante de los maz, y comienza a hablar ensalzando al ukuli. La muchacha declara el cariño que le profesa, y que como muestra de ese cariño, desea que uno de los maz la marque con su látigo. En un primer momento, hay un rechazo, luego una reticencia; pero al final, ante la insistencia de la muchacha, el maz accede, elige el mejor látigo, el que tenga menos nudos, el que sea más liso. ¿Para qué? Para causar a la muchacha el mínimo dolor y para que la marca quede más limpia.
Una vez decidido el lance, el maz se levanta, la muchacha lo sigue unos pasos, se coloca frente a él, levanta la mano derecha manteniéndola en alto en todo momento, mientras que con la izquierda hace sonar bien una trompeta o bien un pito. El maz lanza su látigo, que recorre la espalda de la muchacha. Ésta intenta no quejarse, intenta mostrar todo su valor. La grasa con que se ha untado, permite que el látigo resbale y hace que el dolor se atenúe, pero aun así las marcas son profundas, las cicatrices recorren de un lado a otro la espalda de la muchacha y prueban la entereza, el valor y el amor de la muchacha por su hermano.
Esta ceremonia puede repetirse varias veces, según las hermanas que tenga el ukuli, y según el valor de las muchachas, las cuales intentarán en todo momento demostrar lo dignas que son como mujer Hamer. Porque las cicatrices serán las marcas que también permitirán a la muchacha Hamer distinguirse como buen partido para contraer matrimonio. Permitirá a la joven Hamer demostrar su valor y su dignidad ante aquellos que la pretendan como pareja y como madre de la siguiente generación del pueblo Hamer.

Una vez acabada esta ceremonia, los maz degustan café mientras se pintan, preparándose para el "salto sobre el ganado" que esta vez tiene que hacer el ukuli. Pero esto quedará para la próxima entrada.

Mientras, recordando el valor de la mujer Hamer, y haciéndolo extensivo a todas las mujeres, me despido hasta la próxima entrada. Allí nos volveremos a encontrar.

domingo, 31 de julio de 2016

LCP XXIX: CÓMO VIVE LA TRIBU HAMER?


Queridos amigos de La Cultura de los Pueblos. Hace aproximadamente una semana acabé con esta pregunta, y prometí que en el curso de la siguiente entrada dedicada a este pueblo os lo desvelaría. Aquellos que hayáis estado siguiendo mi serie sobre los pueblos del valle del río Omo, encontrareis una gran similitud con respecto al último pueblo que vimos, los Karo. Aquí intentaré destacar aquellos aspectos en que se pueden diferenciar o que sean más importantes en el pueblo Hamer que en el pueblo Karo. Vosotros seréis los que juzgareis si lo he logrado. Por mi parte, ése será mi empeño. Pero empecemos.

Cerdo salvaje africano también conocido como Facócero

Los miembros de la tribu Hamer se ganan la vida como pastores de ganado y agricultores. Hace tiempo también se dedicaban a la caza, pero los cerdos salvajes y los antílopes pequeños casi han desaparecido de las tierras en las que viven. Por otro lado, hasta hace 20 años, la forma de cultivo y siembra que conocían era la realizada a base de palos que introducían en el suelo realizando el agujero correspondiente y echando en él la semilla.


Forma de siembre realizada con palo de perforación conocido
con el nombre de "digging-stick" por los expertos















La tierra no es propiedad de los individuos como tal; se encuentra libre para el cultivo y para el pastoreo. También ocurre esto en el caso de la recolección de frutas, como las bayas. Los poblados Hamer suelen trasladarse de sitio cuando la tierra se ha agotado o bien se ha llenado de malas hierbas y no pueden obtener una mejora de sus condiciones.

Las familias suelen poner en común su ganado y de esta forma pastorean juntos, para obtener un mejor resultado de esta actividad. Sobre todo en la estación seca, familias enteras viven en campos de pastoreo comunes junto con sus rebaños, en los cuales sobreviven gracias a la leche y la sangre del ganado. Al igual que para las otras tribus que hemos estado viendo en el valle del Omo, el ganado bovino y las cabras constituyen el corazón de la vida del pueblo Hamer. Ellos constituyen la piedra angular de la vida en los hogares. Gracias al ganado y a las cabras, por ejemplo, un hombre podrá casarse, pues con ellos puede pagar “el precio de la novia” a la familia de ésta.

Anciano Hamer con su buey a las afueras de Turmi

En el pueblo Hamer suele existir una división del trabajo según el sexo y la edad del individuo. Las mujeres y las niñas trabajan en los cultivos, sobre todo el sorgo, que es el alimento básico, al que se le suma el maíz, la calabaza y los frijoles. También serán las responsables de la recolección de agua, de la cocina y del cuidado de los niños. A partir de los ocho años deben comenzar a ayudar a la familia también en el pastoreo de las cabras.

Los hombres jóvenes trabajan en los cultivos, defienden los rebaños de las incursiones de los pueblos vecinos, o incluso son ellos los que realizan dichas incursiones a otros pueblos para obtener nuevas cabezas de ganado, robadas, por supuesto. Los hombres adultos se dedican a reunir el ganado, arar la tierra con bueyes y elevar y cuidar las colmenas en los árboles de las acacias.

En ocasiones, para un trabajo tal como levantar un techo de una choza o recoger la cosecha de sorgo, una mujer invita a sus vecinos a unirse a ella, formando un equipo de trabajo. A cambio de este esfuerzo, la mujer los agasajará bien con cerveza, o bien con una suculenta comida de cabra; cabra que será especialmente sacrificada para la ocasión.

Los padres Hamer tienen un gran control sobre sus hijos, los cuales cuidan del ganado y las cabras para la familia. De hecho, son los padres los que dan el permiso para que los hombres se casen, y muchos de ellos no se casan hasta que alcanzan los treinta y tantos años. Sin embargo, las niñas tienden a hacerlo aproximadamente a la edad de diecisiete. ¿Por qué tanta diferencia? Vamos a verlo.

Joven Hamer adornada para la ceremonia del Ukuli-Bula

El matrimonio requiere un, digamos, “precio de la novia”. Se trata de un pago que se realiza a la familia de la mujer y que generalmente se compone de cabras, ganado vacuno y de armas de fuego. Como se puede uno imaginar, el precio es muy alto, 30 cabras y 20 cabezas de ganado bovino al menos, que no puede ser devuelto normalmente en toda la vida del novio. Esta "dote" se paga como si se tratara de un préstamo bancario, y se va satisfaciendo en cuotas a lo largo del tiempo.

Una de las consecuencias de este “préstamo” es que cada vez que la familia del novio tiene una considerable cantidad de ganado, ahí estarán los hermanos de la madre de la novia para reclamar las deudas pendientes de ésta. ¿Qué ocurre entonces? Que los hombres Hamer no pueden aumentar sus riquezas y su ganado, pues ven como éste es reclamado por los parientes de su mujer. Sin embargo, hay casos en que el hombre Hamer es lo suficientemente rico, entonces puede permitirse hasta tres o cuatro esposas. Las mujeres, en cambio, sólo se casan con un hombre. Existe, por tanto, la poligamia.

Viuda Hamer. Se distingue su gargantilla de casada con la protuberancia delantera
Todas estas costumbres lleva a que los hombres sean mayores que sus esposas, incluso sacándoles varias décadas de diferencia, por lo tanto, mueren primero. ¿Consecuencia? Los hogares Hamer están encabezados por las mujeres que han sobrevivido a sus maridos. En algún poblado se ha encontrado que, de las 39 mujeres no solteras del mismo, 27 de ellas eran viudas. La mujer viuda también ejerce su influencia sobre los hermanos más jóvenes del marido, lo cual significa que tiene derecho de decisión sobre el ganado de los mismos siempre y cuando los padres de dichos jóvenes hubieran muerto, caso que no suele ser infrecuente en el pueblo Hamer. Todo esto nos habla de la importancia de la figura femenina de la viuda dentro del pueblo Hamer.

La presencia de hermanos y hermanas en la familia es importante también para los individuos de la tribu Hamer en otros momentos del transcurrir de su vida. Uno de los ejemplos más importantes, y más dramáticos desde nuestro punto de vista occidental, es el de la flagelación ritual antes de la ceremonia del salto del ganado.

Pero quizá eso sea materia para la próxima entrada.
Mientras tanto, queridos amigos, nos vemos en la red.

Nos despide hoy la sonrisa de una niña Hamer

viernes, 22 de julio de 2016

LCP XXVIII: EL VESTIDO DEL PUEBLO HAMER

Mercado de la etnia Hamer en el valle del río Omo

Queridos amigos de La Cultura de los Pueblos: nos hallamos en medio del pueblo Hamer, en uno de sus variopintos mercados, y una de las cosas que más nos llamaban la atención eran los vestidos de las vendedoras. Y ahí es donde nos habíamos quedado en la entrada pasada.
Muchacha Hamer vestida para una celebración

Y ahí es dónde empezamos hoy. Sin más nos introducimos, como si fuéramos vulgares "paparazzis", en el mundo de la "moda" Hamer. Porque los vestidos y los adornos de las mujeres Hamer son de los más elaborados de toda la zona del río Omo. Las faldas suelen ser de piel de cabra adornados con perlas de vidrio, presentando en su parte delantera un reborde de aros o piezas metálicas, y con una pieza en forma triangular, con el pico hacia arriba. Además pueden presentar cintas recubiertas de conchas de caurí.

Muchacha luciendo el "bala"

Las muchachas jóvenes, aún no casadas, lucen las llamadas "bala". Este adorno se trata de una cinta en la cabeza que soporta una fina placa metálica ovalada que sobresale ligeramente, y que se encuentra inclinada sobre su frente.

Mujer Hamer con la gargantilla que denota su estatus de
mujer casada

Las mujeres casadas suelen lucir una tercera gargantilla en el cuello de cuero, con unas abrazaderas metálicas, de las que surge una protuberancia en la parte delantera y que denota su estado civil.


Ya sean casadas o solteras, todas ellas pueden lucir collares de semillas y perlas de vidrio, con los que también pueden realizar adornos en forma de pendientes para colgarlos en los lóbulos de las orejas. Los aros metálicos en brazos y piernas son otro de los adornos de los que gustan las mujeres Hamer. De hecho, el número y belleza de los mismos puede llegar a indicar la importancia de la mujer dentro del grupo social. 


Los cabellos se los untan con grasa junto a un colorante ocre rojizo. Y aquí volvemos a encontrar diferencias entre las mujeres solteras y las casadas. Las solteras suelen apelmazar el pelo en borlas, mientras las casadas suelen trenzarlo en multitud de cordones que por delante cubren la frente y por detrás y los lados llegan hasta tocar los hombros y la espalda.
El tocado de este hombre Hamer indica
que ha conseguido matar a una fiera
En los hombres, la decoración es más sencilla. Las escarificaciones son menores, las vestimentas son más simples, sólo los peinados son algo más complicados, pues son los que sirven para diferenciar el estatus de cada uno según el sistema de edad que rige entre los Hamer.

Como podemos ver, el pueblo Hamer, sobre todo la mujer, sabe disfrutar del concepto de "moda". ¿Y el resto de su vida?

La seguiremos viendo, pero será en una próxima entrada. Mientras tanto, queridos amigos, nos vemos en la red.


sábado, 9 de julio de 2016

LCP XXVII: LOS HAMER, EL ENTRAÑABLE PUEBLO MEDIO

Mujer casada de la tribu Hamer

Queridos amigos de "La Cultura de los Pueblos". Retomamos nuestro recorrido por los distintos grupos étnicos que viven a las orillas del río Omo, en el suroeste de Etiopía. Y lo retomamos para hablar de un pueblo al que vengo a denominar, con permiso de todos aquellos seguidores de Tolkien, "pueblo medio". No lo hago por su baja estatura, o por su distribución de vello corporal, o por una supuesta morfología puntiaguda de sus orejas, tal como describía el escritor británico a los pobladores de la tierra Media. No, no es ese el caso. Me refiero a ellos como el pueblo medio, por encontrarse justo "en el medio" de la encrucijada de pueblos que habitan los márgenes del río Omo. ¿Qué no me creéis? Juzgad por vosotros mismos:

Posición de la etnia Hamer y de sus dos pueblos importantes, Dimeka y Turmi, dentro del valle del Omo

Los Hamer tienen al norte como vecinos a los Banna y a los Bashada. Al sur se encuentran los Dassanetch, de los cuales nos ocupabamos en entradas pasadas. Si nos dirigimos al oeste desde donde ellos viven, nos encontraremos con el pueblo Karo, al que acabamos de seguir en las últimas entregas, y a los Nyangatom. Y por último, si nos dirigimos al este, y salimos de los límites de lo que hemos dado en llamar riberas del río Omo, nos encontraremos con los grupos étnicos Arbere y Tsamako. Como podéis apreciar, nuestros amigos Hamer están rodeados por todos los lados por distintos pueblos, con distintas costumbres y tradiciones; o quizá no tanto, aunque eso lo dejaremos para más adelante.
Madre con hijo, pertenecientes a la tribu Arbere

Se suelen relacionar con todos ellos, aunque estas relaciones difieren de unas tribus respecto a otras. La tribu de los Banna es con la que comparten una mayor afinidad, pues tanto su cultura como su lengua es similar. Ambas lenguas corresponden al tronco de las lenguas omóticas que veíamos tiempo atrás. Los Hamer son aproximadamente unos 15.000 personas y suelen encontrarse repartidos alrededor de los pueblos de Dimeka y Turmi, en dónde se encuentran los mercados principales, en los cuales intercambian sus productos con las otras etnias de la zona, obteniendo utensilios como, por ejemplo, vasijas de barro de gran calidad, en este caso del pueblo de los Bashada.

Los mercados son puntos de encuentro con las otras tribus. En ellos se da el intercambio de distintos productos propios de la zona como lo son frutos, miel, mantequilla, sorgo o café. También podemos encontrar otro tipo de enseres que han ido apareciendo procedente de la civilización exterior como telas, mantas, o utensilios de plástico que han entrado poco a poco a formar parte del día a día de este pueblo.

El mercado de ganado se encuentra en la misma población, pero apartado en otro lugar distinto, para no mezclar las dos clases diferentes de productos. En este caso, lo que se intercambian son cabras, ovejas y en algunas ocasiones algún bovino.
Mercado en la población de Turmi

Estos mercados suelen ser sencillos. Normalmente permiten dar salida al excedente familiar y de esa forma cubrir otras carencias de las familias cubriendo de esta manera las necesidades de las mismas. Las transacciones que se realizan en estos intercambios suelen ser de poca cuantía. Sobre todo, la mañana de mercado sirve para, por un lado la supervivencia semanal; pero por otro, y quizá más importante, para la creación y mantenimiento de lazos sociales y de amistad entre distintas familias, grupos familiares e incluso clanes de distintas tribus.

Normalmente, en estos mercados nos encontraremos a las vendedoras luciendo los vestidos y adornos más elaborados de la zona. Pero quizá eso sea tema para la próxima entrega.

Mientras tanto, queridos amigos, un saludo desde la red.


miércoles, 22 de junio de 2016

LCP XXVI: EL LADO OSCURO DE LOS KARO


Tras la ceremonia del pilla, una vez que el joven karo ha saltado sobre los cuatro bueyes y ha conseguido su estatus de adulto dentro de la gente de la aldea, este joven ya podrá casarse. La elegida puede ser alguien que haya sido escogida por los padres previamente, o bien alguien con quien ya ha mantenido relaciones sexuales o con quien mantiene una relación de convivencia de mayor o menor tiempo de duración. Pero para unirse en matrimonio, precisaba pasar la ceremonia del pilla.

La unión de ambos se da por hecha, no siendo la dote que tiene que entregar el novio a la familia de la novia un problema. En primer lugar porque es fija: 127 cabras, ni una más, ni una menos. En segundo lugar, porque no la tiene que entregar de golpe. Puede entregarla poco a poco, a lo largo del tiempo. A partir de ese momento, los dos jóvenes son bendecidos por ambas familias y sus descendientes son aceptados como parte de las familias y del poblado.

Pero, ¿por qué, Jesús, nos hablas del lado oscuro de los karo? Hasta ahora, y desde que se pasa el pilla, sólo hemos visto cosas positivas. Se les allana el camino a los jóvenes, a la feliz pareja que, por fin, se pueden unir sin problemas. ¿Por qué nos titulas la entrada de hoy "El lado oscuro"?

Porque, queridos amigos de "La cultura de los pueblos", cualquier acercamiento a estos pueblos quedaría cojo si no me refiriera también a una de las costumbres que a nosotros, como occidentales y desde una cultura "humanística", nos puede resultar repulsiva.


Los karo, queridos amigos, practican el amor libre. Cualquier individuo, llegada la madurez sexual, puede tener encuentros sexuales con otro miembro del poblado. No importa y no va a influir para nada en su futura unión con un hipotético marido o una hipotética esposa. Pero, si de esas relaciones surge un descendiente, éste es declarado "mingi", maldito. Al ser maldito, es preciso deshacerse de él. Y, por tanto, el recién nacido es abandonado en la naturaleza para que el frío, el hambre, o los animales salvajes le conduzcan a la muerte. Si no se hace así, no sólo la familia, sino el poblado entero se llenará de mala suerte y de desgracias. Por tanto, los karo practicaban, parecer ser que hasta 2012, el infanticidio ritual. Pero no solamente son mingi, malditos, los niños nacidos fuera del matrimonio. Los que presentan alguna deformidad, los que presentan problemas en su desarrollo también son declarados mingi, y deben ser abandonados en la naturaleza.

He encontrado un video en youtube correspondiente a un reportaje sobre este problema fechado el 30/07/2014. Está en francés. Lo he traducido al español para aquellos que no lo entendieran y transcribo el texto debajo de él. En este caso, no comentaré. Simplemente dejaré que cada uno de nosotros saque sus propias conclusiones. Pues todas y cada una de ellas serán válidas.

Queridos amigos, nos seguimos viendo en la red.


Varias tribus en Etiopía como la Karo, Hamer y Bana, matan a los gemelos recién nacidos y a los niños ilegítimos que consideran que son una maldición.
Además de matar a los niños nacidos de padres no casados, los bebés gemelos, o los niños cuyos dientes superiores crecen antes que los inferiores también son considerados malditos.
Se ha informado de que si sus hijos malditos no se matan, la tribu se verá afectada por la sequía o las enfermedades.

El esposo de Buko Balguda, de 45 años, no ha realizado un ritual tribal que consiste en saltar sobre los bueyes antes de su matrimonio.
La reunión de la aldea, por tanto, no le ha reconocido oficialmente como marido, y 15 niños de la pareja han sido considerados ilegítimos.
Los descendientes de Balguda fueron arrojados al río para ser devorados por los cocodrilos o fueron abandonados en la naturaleza.

La tradición de matar a los "hijos de maldición" de la tribu Karo terminó en 2012 después de que una organización benéfica llamada "Omo Infancia Intervenida" lo denunciara.
Sin embargo, otras tribus como Hamer y Bana habrían matado cerca de 300 niños cada año a causa de la superstición.

martes, 7 de junio de 2016

LCP XXV: LA ESTÉTICA DEL PUEBLO KARO


Queridos amigos de "La cultura de los pueblos". Veíamos en la última entrada dedicada al pueblo Karo, cómo el joven Molu conseguía saltar los cuatro bueyes, tal como mandaba el ritual en el pueblo Karo, en su etnia, y de esta forma obtenía el rango, el estatus, de adulto, de persona madura. Y junto a él, todo el poblado lo celebraba. Pero dejemos por un momento disfrutando al joven con su recién conseguido nivel social y pasemos a hablar de algo que, si hemos sido un poco avispados, hemos podido observar en las distintas fotos que han ido apareciendo en las entradas correspondientes a este pueblo: su estética.


Los Karo se caracterizan por presentar una manera muy representativa de adornarse el cuerpo. Su pintura es ornamental y simbólica, y se realiza en los rostros y en los cuerpos, a veces cubriendo casi por completo toda la superficie de la piel, sin dejar ni un minúsculo poro de la misma libre de color. Nos podemos encontrar en ellos desde finos detalles muy elaborados, realizados con gran cuidado con los dedos, y que destacan por su belleza y armonía; hasta toscas pinturas, extendidas con las palmas de las manos, en las cuales más parece que les hayan dado brochazos de pintura para cubrir el cuerpo, sin ningún tipo de finalidad, que el que hayan intentado realizar algún tipo de dibujo ritual.


Cuando los dibujos son más delicados y finos, suelen cubrir la zona de la cara y el pecho, y se muestran de forma orgullosa al resto de los individuos de la aldea. Combinan varios colores: el blanco que lo obtienen del yeso de los terraplenes de la zona, el negro que lo sacan del carbón, y el amarillo ocre y el rojizo a partir de minerales que suelen encontrar en zonas cercanas a la orilla del río Omo. Sin embargo, el usado con más profusión, y por el que suelen ser más conocidos, es el blanco, con el que suelen ocupar la mayor parte de su piel.