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domingo, 15 de enero de 2017

LCP Cap. 50: EL CONOCIMIENTO MÉDICO MAASAI

Planicie del Serengeti. Fotografía por Guido Masé

Así empezaron a transcurrir los días para Makutule. Cada día, tras encerrar el ganado en el cercado, se dirigía a la choza de Obago a recibir sus lecciones, las cuales absorbía por entero, como una esponja absorbe el agua del mar, para aprovechar al máximo los nutrientes, que en este caso eran las enseñanzas que le aportaba Obago, el laibón, su padre.

Así fue como empezó a saber que ciertos árboles, arbustos y plantas, además de forraje para los animales, o de proporcionar fruto para los humanos, tenían ciertas propiedades curativas que bien aprovechadas por el laibón, podrían ser altamente beneficiosas para la comunidad Maasai. De hecho, en lengua Maa, la propia del pueblo Maasai, árbol y medicina se denominan con el mismo vocablo: olchani.

Primero Obago enseñó a Makutule una serie de reglas generales. Había plantas que sólo se encontraban en zonas agrestes y montañosas, en las áreas llamadas "isupuki"; mientras que otras distintas solamente las encontraría entre los arbustos que abundaban en las planicies, en zonas llanas y más bien en terreno bajo, el conocido como "il purkeli".

También le fue enseñando, a lo largo de las numerosas veladas que pasaron bajo la luna de la noche africana, el tipo de enfermedades que debía esperar que aparecieran según el cambio que se diera en el tiempo atmosférico. Si los cambios de tiempo eran muy bruscos y repentinos, solían traer consigo resfriados y fiebre. Si los alimentos y el agua se hallaban en mal estado, podrían transmitir enfermedades rápidamente y provocar epidemias. Había que tener especial cuidado después de las lluvias, cuando los mosquitos eran muy numerosos, pues era el tiempo en que se transmitía con mayor facilidad el "enkojongani", la malaria.

Un día preguntó Obago al pupilo:

-Ante un árbol de crecimiento lento. ¿Qué parte del árbol usarías para sanar una enfermedad que fuera muy común?

Makutule se quedó pensativo. La pregunta tenía trampa. Llevaba ya tiempo con Obago para saber que tras la interrogación vendría una lección. Pensó, decidió y contestó:

-La hoja.

Obago sonrió.

-Veo que están surtiendo fruto las enseñanzas y no caen en saco roto los consejos que te doy. Pero, ¿por qué las hojas?

Makutule contestó sin titubear.

-Al usar las hojas, éstas son las más fáciles para su nuevo crecimiento y regeneración. El resto, raíces, cortezas, ramas, incluso tallos en la base del árbol, tardarían más tiempo, y correríamos el riesgo al usar algunos de ellos de que el árbol se echara a perder y muriera.


-Así es. -Obago estaba orgulloso de la explicación que le acababa de exponer Makutule- Creo que ya estás listo para pasar a la siguiente fase.

-¿La siguiente fase? -preguntó sorprendido Makutule- ¿Y en qué consiste esa fase?

-Pasar a detallarte los remedios para todos los males y enfermedades que sufre el pueblo Maasai.

Desde ese momento, Makutule fue requerido más veces que antes, sacándole de su rebaño a distintas horas, para que asistiera a las diferentes intervenciones que realizaba Obago. Ante la puerta de Obago pasaban hombres y mujeres maasai con sus quejas, tales como dolores de cabeza, dolores de pecho, cardenales, y otras llegaban a ser tan peregrinas como la pérdida de una cabritilla de la que se había encaprichado la hija de un anciano maasai. Obago escuchaba todas estas solicitudes con paciencia y al final soplaba su nkindong y tiraba las piedras, repartiendo las soluciones a cada uno según las piedras y los brebajes que correspondían a sus quejas físicas. Para eso mezclaba ciertas hierbas, que Makutule fue conociendo poco a poco, con leche, agua o sopa, según la dolencia del individuo. De esa forma cuidaba de sus cuerpos y de sus espíritus.

Maasai con dos calabazas dónde guardan la leche o bien la mezcla de leche y sangre. Cortesía
del blog "The adventures of Rob & Kathleen"


Queridos amigos de LA CULTURA DE LOS PUEBLOS. Como hemos podido ver, en esta entrada Makutule comienza a tomar contacto con las generalidades del conocimiento Maasai sobre las dolencias que afligen a su pueblo desde el punto de vista sanitario.

En las próximas entradas, iremos conociendo las distintas soluciones que el pueblo Maasai da a diferentes enfermedades que sufren a lo largo de su vida y cómo intentaban curarlas con los medios que tenían a su alcance antes de la llegada de los antibióticos.

Les invito, os invito, a que sigáis conmigo los siguientes capítulos de esta aventura en la que estamos conociendo, poco a poco, las costumbres, creencias, y tradiciones de uno de los pueblos de leyenda del apasionante continente africano: el pueblo Maasai.

Queridos amigos, hasta la próxima entrada. Nos vemos en la red.