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martes, 25 de agosto de 2015

CUEVAS (X): EL BRUJO DE "TROIS FRÈRES"

Photo R. Bégouën dans Vialou, 1991.

Cuando me estaba documentando para esta serie de relatos sobre la cueva de Nerja, y concretamente, cuando trataba de encontrar las características del periodo Magdaleniense, tanto las generales en toda Eurasia, como las particulares que correspondían al Levante Español y a la zona de Nerja, recordé una historia que había oído más de treinta años atrás. Se trataba de la historia de un dibujo. Un dibujo que había dejado en la pared de una cueva francesa un hombre del magdaleniense. Un dibujo semihumano, que los sabios han dado en llamar "El brujo de trois frères", el brujo de la caverna de los tres hermanos. Y decidí dejar un poco la cueva de Nerja, para buscar y ver ese dibujo.

Henri Breuil
La gruta de los tres hermanos está situada en los Pirineos medios franceses, cercana a la localidad de Montesquieu-Avantès. Se encuentra a una altura de 465 metros. Fue descubierta en el verano de 1912 por tres hijos del conde de Bégouën, de ahí el nombre que posee de "los tres hermanos". Fue estudiada por el arqueólogo Henri Breuil en profundidad durante la década de los veinte del siglo pasado. El abate Breuil precisó la datación de la cueva en el periodo magdaleniense, entre 17.000 y 10.000 a.C., realizando una serie de dibujos en los que intentó representar los grabados y pinturas rupestres de la cueva. Entre estos dibujos se encontraba el del "brujo de trois frères", también llamado, simplemente, "hechicero".

Dibujo realizado por Henri Breuil en 1922

Cuando ví ese dibujo, quedé estupefacto. La figura que se hallaba ante mis ojos era aún más representativa de la historia que escuché en un frío invierno de 1980. La imagen correspondía mucho más a la narración de la historia a la que yo, con mi imaginación infantil, había dibujado en mi cerebro. El Brujo de Trois Frères hacía acto de presencia ante mí, me maravillaba como hacía tiempo no me había maravillado ninguna otra cosa, y volvía a demostrarme la gran sabiduría de la persona a la que oí la historia. Tanto es así que, repasando documentos mucho más actuales, de los últimos quince años, siguen insistiendo en la teoría de que se trata de un dios cornudo, un brujo danzante, o incluso un chamán en trance. El abad Henri Breuil, en 1922, llegó a decir que se trataba de "la divinidad contemplando la creación." Pues bien, nada más lejos de la realidad.


Figura imaginada por el autor a los 12 años

La historia del brujo de Trois Frères la oí por primera vez en mi vida a mediados de un mes de febrero, cuando yo tenía doce años. Si la memoria no me falla, era una tarde de jueves y yo cogí el transistor y lo llevé a mi habitación. Sintonicé la emisora, Radio Nacional de España, y al poco rato comencé a oír la música conque comenzaba el programa. Se trataba de "La Aventura de la Vida", programa de radio dirigido y presentado por el Dr. Félix Rodríguez de la Fuente. En él estaba narrando la que sería su penúltima aventura. Junto a un naturalista de los Territorios del Noroeste, en Canadá, John Frasier, había ido a observar y a filmar la migración de los caribús a través de la tundra canadiense. Y allí, John Frasier le contó la vivencia que luego nos relató a nosotros, a los oyentes de su programa de radio. Lo describe de forma tan magistral que prefiero que se él mismo, gracias a la magia de los programas grabados y a los podcasts de internet, el que les haga disfrutar del auténtico significado del brujo de la Gruta de Trois Frères; el cual no era un brujo, ni un dios cornudo, como nos cuentan los tratados de prehistoria. Se trataba de alguien mucho más cercano a nosotros, lo que no quita mérito al mismo, sino, muy al contrario, le da toda la dimensión y toda la dignidad que merece.

Imagen basada en el relato de John Frasier a Félix Rodríguez de la Fuente

Yo acabo aquí, pero esta entrada no acaba aquí, es necesario conocer la historia que nos relata Félix en su programa (Aventura en Canadá. 14/02/1980). Disfruten con ella y admirense junto a ese niño de doce años que la oía a través de un viejo transistor.

martes, 11 de agosto de 2015

CUEVAS (VIII): ¿CAZADORES DE BALLENAS?

Acabábamos la última entrada haciendo referencia al período prehistórico Auriñaciense. Período en el cual el homo sapiens era ya la única especie de homínido que habitaba el planeta Tierra. Aunque queda algún resto de esta cultura en la cueva de Nerja, la verdad es que son pocos los hallazgos que nos permiten situar al hombre viviendo en la cueva durante este período de tiempo.

Estas poblaciones humanas parecen provenir del Este de Europa, alcanzando el Levante español. Se caracterizan por la talla de lascas, principalmente de dos tamaños, y por la producción de azagayas. Las azagayas son las puntas de caza, las puntas que se colocan en el extremo de bastones más o menos rectos para formar las lanzas, con las cuales poder abastecerse de comida. Porque estos hombres eran cazadores y pescadores. Aprovechan los recursos que les ofrece el ambiente en el que viven. Y de esa manera prosperan.

Cultura Solutrense
En nuestra cueva, la cultura Auriñaciense dará paso, allá por el año 18.000 a.C. a la cultura Solutrense.
La cultura Solutrense consta de grupos de hombres que llevan una vida de cazadores-recolectores. Se alimentan de los frutos que da la vegetación circundante y de los animales que pueden cazar. Para la caza, han desarrollado una "innovación" técnica: las puntas de cara plana, y más concretamente las puntas "hojas de laurel".

Punta "hoja de laurel"
La materia prima que utilizan es el sílex, una material que al golpearlo se divide en lascas, en piedras y pedruscos planos con borde cortante. A base de golpear el sílex conseguirá el hombre solutrense algo que no había alcanzado en el período Auriñaciense. Conseguir puntas de lanza más planas, más cortantes y que penetran más fácilmente la piel y el cuerpo de los animales que cazan. Y no sólo eso. A diferencia de la cultura anterior, ambos bordes de la lasca están trabajados y cortan por igual, lo cual le da más poder aún de penetración a la hora de alancear un conejo, una liebre o un ciervo. Ello permite un mayor aporte de carne, de proteínas, a la dieta del grupo, lo que lleva a una mejora en la salud de los individuos que pertenecen al mismo. Permite que los músculos, los huesos e incluso el sistema nervioso se desarrolle más fuertemente, con un aumento de las capacidades físicas e intelectuales del individuo.


Además de estos restos, el hombre del Solutrense nos deja en la cueva de Nerja expresiones artísticas que representan el mundo en el que vive, soliendo dibujar a distintos cuadrúpedos. Están realizadas en color negro y rojo, colores que veremos en otras manifestaciones artísticas de la cueva.
Camarín de los Órganos. Figura de ciervo
Destacan en el Camarín de los Órganos la figura de un ciervo, y en la sala de la Cascada una cabra hispánica, las presas de las cuales se alimentan y a las que persiguen a lo largo y ancho de los montes.

Cultura Magdaleniense

La cultura Solutrense irá dando paso, alrededor del 14.000 a.C. a la cultura Magdaleniense, en la cual los avances técnicos del Solutrense perdurarán y serán mejorados. A partir de ese año el clima se hace más cálido, los hielos empiezan a ser recuerdos del pasado y la zona de Nerja se convierte en una especie de paraíso para el hombre cazador-recolector. Hay abundancia de presas y de frutas.
Arpón magdaleniense
Pero además, en este período tenemos vestigios que nos hablan de una dieta rica en pescado y marisco. Además de los restos orgánicos que se han encontrado, los utensilios que empiezan a aparecer en buen número son arpones, así como los dibujos en las paredes de la cueva presentan formas pisciformes, formas de pez. Incluso se ha llegado a pensar que las comunidades humanas del período Magdaleniense presentaban la suficiente complejidad como para dedicarse a la pesca en alta mar de ballenas, e incluso, cachalotes. Lo atestiguan los distintos tipos de arpones de piedra hallados en los distintos yacimientos de esta cultura.
Pesca en Lamarela. Indonesia.

El arte magdaleniense que podemos encontrar en la cueva de Nerja alcanza su mejor representación en la sala conocida como Camarín de los Peces, también llamada capilla Magdaleniense. Los dibujos que encontramos repiten el color rojo y parecen seguir un programa decorativo. Se trata de dibujos geométricos que van aumentando de complejidad conforme nos internamos en las zonas de más difícil acceso. La sensación de coherencia de la composición, de responder a una idea estructural ha llevado a pensar que estuvieran realizadas por un único individuo, por un único artista que dejara plasmado en las pareces de la cueva todo su pensamiento y su aptitud para las generaciónes venideras, aunque quizá eso sea mucho pensar ¿o no?

Camarín de los Peces. (Detalle)

Camarín de los Peces. Columna
La última duda que nos deja el Camarín de los Peces son los dibujos que le han dado nombre. Existen varios dibujos de seres de aspecto de pez, de color rojo, pintados en columnas hacia el interior de la sala. Los eruditos, debido a la sencillez de los trazos, han dudado siempre si se trataba de peces, o bien, debido a los lances de pesca a los que se dedicaban los hombres de esta cultura, se trata de delfines. Hay una última teoría que nos señala la posibilidad de que esos dibujos se refieran a otros parientes de los delfines, muy abundantes en la zona durante el Magdaleniense: las focas.