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lunes, 15 de mayo de 2023

LOS EJÉRCITOS DEL CIELO. 2018. Jay Rubenstein

Son aproximadamente 450 páginas que no tienen desperdicio. Jay Rubenstein, profesor de Historia Medieval, hace un retrato muy acertado de la sociedad de finales del siglo XI en Europa Occidental. Nos muestra como el materialismo histórico, tan defendido en nuestros días por muchos académicos, no puede explicar por sí mismo el enorme movimiento migratorio, religioso y bélico, todo al mismo tiempo, que recorrió Europa Central, incluyendo en ella a Francia, durante un lustro. Nos hace ver que existía un pensamiento, una obsesión y un objetivo que consiguió unir a gente de la más diversa condición, desde el más pobre y miserable, hasta aquellos que gozaban de posiciones muy altas en la jerarquía social del momento. Todo ello, la existencia de un pensamiento común y de una meta común, no significa que dichos planteamientos sean acertados ni mucho menos moralmente aceptables. Lo que hay que comprender, y es lo que señala el historiador en este libro, es el sentimiento común de una gran multitud de gentes hacía un destino común, y que ese hecho, más que el materialismo que nos hacen tragar últimamente en todo momento, es lo que hace que masas de gente sean capaces de realizar gestas, más bárbaras que civilizadas, en momentos dados de la Historia.

En resumen, un magnífico ensayo histórico sobre la primera Cruzada, en el que descubriremos que la palabra Cruzada no era usada por los protagonistas de la misma, como nos hacen creer los manuales de historia, en el que también descubriremos que mucho más importante que el dictado de las autoridades fue la marea que llevo a multitud de gente a comportarse de forma criminal y enloquecida, y que las autoridades que en principio prendieron la mecha de esta campaña no consiguieron parar las consecuencias de la misma, que sobrepasaron, con mucho, lo que dichas autoridades pretendían.

Recomendable totalmente su lectura si queremos comprender adecuadamente las inquietudes y sentimientos de los hombres y mujeres de aquella época, y si queremos entender porqué ocurrió lo que se vino a denominar más tarde como primera Cruzada. 

miércoles, 11 de enero de 2023

UN VOLUNTARIO REALISTA. 1878. Benito Pérez Galdós


"Un voluntario realista" es precisamente eso. La biografía de un voluntario realista. Por supuesto, inventada, aunque Galdós dice en un momento dado que la narración no tiene tanto de invención como pudiera creerse.

Se basa en el levantamiento absolutista que se produjo en el verano de 1827, pues parece ser que parte del bando absolutista creía que el rey, Fernando VII, se estaba comportando de una forma algo blanda con algunos elementos liberales, mejor dicho, absolutistas moderados, que estaban alcanzando puestos de poder en la Corte de Madrid.

Por supuesto, no pasó de un movimiento de guerrillas que se desinfló en ese mismo año, en el otoño, cuando un ejército de 13.000 hombres fue enviado a la zona de Cataluña para convencer a los sublevados de la falta de sentido que tenían sus acciones, su rebelión.

Pero tanto en el verano y en el otoño, tanto en uno como en otro bando, murió gente. Y no sólo aquellos que protagonizaban el enfrentamiento. Como siempre, gente humilde es la que sufrió las peores consecuencias y también sufrió el que no fuera contada entre las víctimas de una rebelión y posterior represión, que consistieron ambas, rebelión y represión en llegar a los pueblos y pasar por las armas, o sea asesinar, a todos aquellos que dieran un mínimo indicio de ser, o simpatizar, con la causa del bando contrario. Además, el que se escudaran en el honor del Rey y de Dios, por este orden, tanto unos como otros, muestra la auténtica pasión que les movía y que se puede resumir en una frase como: "Los maté porque se lo merecían".

No sé si me habré explicado bien, pero paso a comentar otra cosa. Los Voluntarios Realistas fue un auténtico grupo paramilitar que actuó durante la década ominosa, de 1823 a 1833. No eran un grupo de insurgentes, sino más bien una milicia a la que se apuntaba aquel que quería gastar su tiempo en "defensa del Rey", y nunca actuaron como un ejército. Actuaban más bien como un cuerpo policial y tenían incluso un uniforme propio. Ya digo, para ser voluntario realista bastaba con que te pudieras costear las armas, el uniforme y gastar tu tiempo, o parte del mismo, en esa ""noble" labor.

El caso es que Galdós vuelve a narrar aquí el primer levantamiento absolutista, el que será el germen, o más bien el prefacio de las guerras carlistas. Nos vuelve a narrar el ambiente de la época, pero esta vez se para más en los personajes. No le interesa tanto hablar de los hechos o localizaciones o intrigas palaciegas. Esta vez, Galdós pretende penetrar en la mente, en los pensamientos, razones y emociones que lleva a la gente a defender posturas tan extremas que son las que hacen posible que se mande a la muerte a inocentes, o a personas que simplemente tienen pensamientos contrarios a los propios. Y nos narra la vida y los pensamientos de un hombre y de una mujer que serán los protagonistas por ellos mismos, sin que se vean empujados por ningún destino fatal, de hechos atroces que no por inventados, no dejarían de suceder en este levantamiento. Quizá por esa razón Galdós nos dice que la narración corresponde más a hechos reales de lo que pueda creerse en un primer momento.

jueves, 30 de junio de 2022

GUERRA Y PAZ. 1869. León Tolstói. Traducción por Lydia Kúper


Una obra magistral que se encuentra entre los grandes clásicos de la literatura mundial. Tanto es así que en 2009 (sí, el siglo XXI) estuvo entre las 100 novelas más vendidas. 

Y a Mario Muchnik, el que editó el libro con la traducción de Lydia Kúper (ambos ya fallecidos) y que tiene la portada que aporto, debo agradecerle el haberme aportado (sigo con el juego de palabras) la mejor versión hasta la actualidad de Guerra y Paz.

Aviso a navegantes: La edición de Random House es una traducción de un borrador, con menos páginas, ausencia de capítulos enteros, y un final distinto que desluce totalmente la obra. Lo digo porque estuve a punto de sufrirlo en mis carnes. La compré, y al empezar a leerla la tuve que dejar, pues me perdía. Me parecía infumable.

Cuando me decidí a retomar la obra, decide comenzar de nuevo, y con otra edición. Quedé sorprendido cuando, en las primeras páginas me noté que la historia, el relato, me enganchaba, que me resultaba interesante de leer y que, sobre todo, valía la pena continuar la aventura de sus personajes. Era la versión que aquí dejo, tanto con la portada como señalando que es la traducción de Lydia Kúper. Son más de 1800 páginas que se te hacen cortas. Sin embargo, las 1200 de Random House se me hicieron interminables, de hecho, no lo terminé.

Se trata de un relato de la vida aristocrática, pues sus protagonistas son aristócratas, de la aristocracia rusa de principios del siglo XIX, inmersa en aquella vorágine de emociones a las que se tuvo que enfrentar toda Europa con el advenimiento de Napoleón. La maestría de Tolstoi, que de pequeños en la escuela le apodábamos "León Tostón", se halla precisamente en la forma de contar todos los acontecimientos que viven sus personajes, la verosimilitud de dichos acontecimientos, así como el día a día de los mismos. Quedan retratados todos los que eran en aquel momento, típicos aristócratas: el soldado con un amplio sentido del deber; el hijo juerguista que usa la influencia de su padre para librarse incluso de penas de cárcel; el intelectual que se ha formado en París; el bastardo que le cuesta ser aceptado en los círculos de la alta sociedad; la hija abnegada que sólo vive para cuidar a su padre; la hija risueña y que está siempre entre nubes, sin bajar a la tierra y darse cuenta del significado de las cosas; el noble que despilfarra su herencia por mantener una posición social; el joven mujeriego y juerguista; el muchacho que desea conseguir la gloria en el combate; el que pretende hacer carrera militar pero en puestos relativamente cómodos sin contacto con el frente de guerra.

Es capaz de relatar el desarrollo de una batalla con toda su crudeza, la relación romántica entre dos jóvenes, o la situación de una ciudad en guerra, tomada por las tropas enemigas, Moscú, sin que exista ninguna pérdida de estilo, de calidad o de interés en la forma en que lo narra.

No hay que asustarse de la longitud de la novela. Más bien, hay que felicitarse por que podamos leer una obra de estas características.

viernes, 6 de mayo de 2022

LOS TERCIOS DE FLANDES EN ALEMANIA: LA GUERRA DEL PALATINADO 1620-1623. 2014. Hugo A. Cañete

 

Se trata de una obra de un rigor histórico absoluto, y que desmenuza todo lo ocurrido en la guerra del Palatinado, entre 1620 y 1623, que se integra en lo que se ha venido en llamar la guerra de los Treinta Años (1618-1648). El autor, Hugo A. Cañete, se sirve en primer lugar de la transcripción de un manuscrito de la época en que se relata la campaña de Spinola, su entrada en el Palatinado, con objeto de influir en otro enfrentamiento que estaba ocurriendo más al este, en Bohemia y que era el origen de esta guerra de los Treinta Años.

En esta primera parte, el autor va introduciendo, conforme van apareciendo en el texto ciertas palabras o expresiones de época, la explicación de las mismas, así como las reseñas biográficas de los protagonistas de la narración, de forma que no se da el engorro de tener que suspender la lectura para tener que ir a las páginas finales del libro para enterarte de ciertos datos y aclaraciones, como ocurre en otros textos. Ello hace que la lectura resulte ágil y amena.

Una mención especial a los mapas, que justo pasa lo contrario de lo que he explicado en el párrafo anterior. Son mapas esquemáticos de la zona donde se producen los distintos movimientos de ejércitos y que clarifican mucho la situación y te permiten localizarte según lo vas leyendo. Pero, ¡ay! Van todos al principio del texto, con lo cual, cuando llega la referencia, hay que parar la lectura y volver a mirar las primeras páginas si quieres hacerte una idea de los distintos movimientos de tropas, localizaciones de ciudades, montes y ríos.

Por último, en la segunda parte del libro se habla de la campaña que realiza Gonzalo de Cordoba una vez que see marcha Spinola hacia Flandes. Aquí es el propio autor, Hugo A. Cañete, el que cuenta las distintas circunstancias, enfrentamientos y movimientos de tropas. Resulta, he de reconocer, más ameno, pues la diferencia entre la manera de contar las cosas en el siglo XVII y nuestro siglo XXI es muy distinta, con mayor fluidez para nuestro siglo. Lo que sí es de destacar que Hugo en ningún momento pierde el rigor histórico, lo cual es de agradecer.

Una última reflexión. Este libro muestra la guerra tal cual es. A pesar de presentar los enfrentamientos entre los ejércitos como llenos de valor, heroísmo, etc. también habla de las retiradas. Y muestra las penurias de la guerra. Cuando un ejército se asentaba en una zona, vivía a costa de los que tenía la población de la zona, "confiscándoles" (o sea robando, con uso de la fuerza si era necesario) los distintos productos que tenían los lugareños para prosperar o, incluso, para sobrevivir al invierno. Una acción poco "honorable" para cualquier ejército. Y también esta obra presenta lo que pasaba si decidías huir del campo de batalla. El enemigo no se quedaba en el sitio celebrando la victoria. Tenían la orden, por parte de sus dirigentes, de perseguir a ese ejército que huía, que había gritado aquello de "sálvese quien pueda", para darle caza y matarle. Y un detalle, normalmente los que huían iban a pie, los perseguidores a caballo. Los que huían iban solos o en grupos pequeños; los que los perseguían cabalgaban en grupos numerosos, y conforme iban encontrando a los primeros, los mataban sin el menor miramiento, normalmente degollándolos. Era, en resumidas cuentas, la "caza del hombre". Y en esos instantes es cuando se producían la mayoría de las bajas de la batalla. Y no nos equivoquemos. Todos, absolutamente todos, se comportaban de la misma manera, fueran de un bando o fueran de otro.

Por ello, aunque parezca que no, obras como ésta nos ayudan a conocer la barbarie que significa la guerra.


viernes, 25 de marzo de 2022

ZARAGOZA. 1874. Benito Pérez Galdós

 

Escribo esta reseña cuando se cumple un mes de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. ¿Qué porque comento la fecha? Porque al estar leyendo esta novela de Galdós me he dado cuenta, o, mejor dicho, he confirmado algo que venía pensando desde hace mucho tiempo. Se está poniendo de "malo" al invasor ruso, y no seré yo el que diga lo contrario. Quién invade es el agresor y el causante de las desgracias que se están produciendo. Pero se está poniendo la resistencia de Ucrania como algo ejemplar. Bien. Aquí tengo alguna cosa que decir, como, por ejemplo, lo tan manido de que la gente no conoce la historia, más concretamente "su" historia. Y es que en el mundo de tanta inmediatez que hemos inventado en Occidente, en que todo lo queremos para ya, no somos capaces de reflexionar, pensar, y mirar a un pasado que no es tan lejano.

Hace unos 200 años y pico, hubo una nación invasora que se encontró con la misma resistencia que se está encontrando el ejército ruso. Y que fue el principio del fin para ese régimen expansionista. También hubo un pueblo que se empleó a fondo en la defensa de su tierra y de su idiosincrasia. Que defendió palmo a palmo su lugar en el mundo, su identidad, y que no se doblegó, en este caso incluso sin tener un líder carismático como lo está teniendo hoy en día Ucrania.

Si quieren saber de qué hablo, lean, por favor, "Zaragoza", de Benito Pérez Galdós. Más que una novela, una descripción, punto por punto, de la defensa civil, no militar, de un pueblo, de una ciudad, frente a un ejército poderoso que quiere tomar a toda costa dicha ciudad. Galdós cuenta, paso por paso, cómo se organizó la defensa, las miserias a las que se enfrentó la población, las distintas posturas frente a la invasión francesa, la forma en que se defiende, casa por casa, habitación por habitación, una ciudad frente a unas tropas extranjeras, y las desgracias y sacrificios de los que son protagonistas todos los hombres y mujeres que defendían, de diciembre de 1808 a febrero de 1809, la ciudad de Zaragoza. Había momentos en que se me venían imágenes de la colección de otro genio español, que sufrió en sus carnes la invasión napoleónica. Me refiero a "Los desastres de la guerra", de Francisco de Goya.

En resumen, si nos causa profunda admiración la defensa del pueblo ucraniano frente a la agresión rusa, deberíamos, debiéramos estar orgullosos de la lucha del pueblo español frente al invasor napoleónico. Pero, por desgracia, o no lo conocemos siquiera, o no "está de moda". No sé cuál de las dos cosas es la peor.

domingo, 19 de septiembre de 2021

CÉSAR. 1997. Colleen McCullough

 



Se trata de la quinta novela de la serie "Masters of Rome" que escribió Colleen McCullough a caballo entre el siglo XX y el XXI. En ella se tratan dos de los acontecimientos protagonizados por Cayo Julio César, y que le llevaron al culmen de su vida pública. Y esos dos acontecimientos son dos guerras. Guerras que son comentadas por él mismo en sus obras "De bello Galica" (Comentarios sobre la guerra de las Galias) y "De bello civile" (Comentarios sobre la guerra civil).

A pesar que aquí tiene una gran ayuda por parte de estos dos textos, McCullough muestra su maestría en la forma de narrar los distintos hechos que ocurren, los personajes, las virtudes y defectos de cada uno de ellos, y les imprime su impronta exclusiva: Cuando lo lees, lees sobre personas de carne y hueso, no sobre personajes históricos. No nos muestra a César triunfante en las dos campañas que cuenta en esta quinta entrega. Muestra una persona que tiene su virtudes, como la sagacidad, la capacidad militar, la capacidad de ir dos pasos por delante. Y nos muestra sus defectos, la ira, la obsesión por mantener en todo momento su "dignitas", su dignidad, la falta de clemencia cuando considera que la traición ha supuesto la ruptura de la confianza que tenía en esa persona, la fría ejecución de los castigos para ejemplarizar a un pueblo.

Y, al igual que con César, la autora va realizando con el resto de los personajes el mismo desmenuzamiento, con detalle y meticulosidad. Sin embargo, al contrario de lo que pudiera pensarse al alcanzar esos detalles, no pierde un ápice el interés de la lectura en ningún momento. Por no hablar de la capacidad para hacernos ver las situaciones y las zonas y paisajes donde ocurre la acción.

Hay una "pequeña" pega que poner. Dejábamos a César en el libro anterior, "Las mujeres de César", abandonando Roma de forma subrepticia, casi como un ladrón, para dirigirse hacia la Galia Cisalpina y reunirse con las legiones que estaba ahí situadas y, de esta forma, evitar que el Senado le retirara el mando proconsular de la Galia Cisalpina e Iliria. Cuando comienza la acción de César, han pasado ya cinco años de aquello, César está en Britania en una campaña para valorar la anexión de aquellas tierras y dejando tras de sí un reino vasallo a Roma. César cruza el Canal de la Mancha, regresando a la Galia, para continuar una campaña en el Rhin, contra los germanos y, posteriormente, mientras descansa en la Galia Cisalpina ese invierno, se desatan las hostilidades con los pueblos galos.

Como no voy a resumir aquí todo el libro, diré que el libro acaba con el primer encuentro que tiene César con Cleopatra y cómo se ve envuelto, sin comerlo ni beberlo, en las intrigas palaciegas de Alejandría.

Queda todo preparado para su regreso a Roma y la lucha frente al resto de resistencia de la República Romana, porque, a pesar de que en Farsalia vence a Pompeyo y éste se retira del tablero de juego, hay otra serie de eminentes personajes de la roma tardo-republicana que se resisten a la idea de César como dictador. Pero eso se ve en la siguiente entrega.

Hasta entonces, queridos amigos, nos vemos en la red.

sábado, 8 de mayo de 2021

MEDIO SOL AMARILLO. 2006. Chimamanda Ngozi Adichie


Siempre había tenido curiosidad por saber dónde estaba Biafra. Fuí de aquellos niños que crecieron con la leyenda de que en un lugar de África, los niños se morían de hambre porque no tenían qué comer. Pero nadie nos explicaba la causa. Yo, en mi infantil mente, me imaginaba un desierto sin una mata de hierba, pedregoso y en él, muchos hombres, mujeres y sobre todo niños pasando hambre.

Posteriormente, en los estudios de bachillerato, al tratar la nutrición humana surgió una palabreja muy complicada, Kwasiorkor, una enfermedad que afectaba a aquellos niños de África, concretamente de Biafra, que únicamente tenían para comer hidratos de carbono, y la falta de proteínas les provocaba una delgadez extrema con un tripa similar a un balón de fútbol.

Más adelante descubrí, al gustarme siempre las historias africanas, la causa del hambre en Biafra. No fue un desierto, de hecho la zona de Biafra se corresponde en parte con el delta del río Níger, río de los más importantes de África y que da nombre a dos países, Níger y Nigeria. La causa no fue una sucesión de malas cosechas en unas tierras cercanas al desierto. No. La causa era la guerra, el enfrentamiento entre una población que quería independizarse de otra que quería mantener la zona unida a Nigeria, principalmente porque habían encontrado yacimientos de petróleo y eso constituía el principio de un crecimiento y una riqueza que, por desgracia, no se ha visto reflejada en el nivel de vida de los habitantes de Nigeria. Pero que me salgo del tema (¿o no?).

Pero no ha sido hasta leer este libro cuando he llegado a comprender lo que supuso la guerra de Biafra para los habitantes de la región, lo que significaban esos vientres hinchados y las penurias que se llegó a pasar. Porque Chimamanda Ngozi Adichie plasma la vida de unos personajes que son golpeados sin piedad por la guerra. Los secundarios reflejan las distintas suertes que corren cada uno de los individuos que dirigen la guerra, luchan en ella, o, simplemente, les toca esa maldita suerte de vivir en la zona en conflicto.

No se van a ver grandes batallas. De hecho sólo hay un enfrentamiento, cuando uno de los personajes principales es reclutado para el ejército, que no pasa de una simple escaramuza. Pero ahí está la maestría y calidad de la pluma de Chimamanda. Sin usar ningún enfrentamiento, creando unos personajes que no protagonizan ninguna batalla, ninguna gesta heroica, consigue describir la guerra en toda su crudeza y salvajismo, en todo su sinsentido. La calidad literaria es tal que, en las primeras páginas, ya te encuentras imbuido en las peripecias de uno de los personajes principales, y no decae el interés en ningún momento. Su prosa es tan vigorosa que pueden pasar las horas sin darte cuenta, leyendo los hechos que narra la autora.

Pero la novela trata también de la mujer, algo que no es de extrañar viniendo de una de las autoras defensoras del feminismo más conocidas dentro del ámbito de la literatura africana. No en vano, su ensayo "Todos deberíamos ser feministas" es uno de los de mayor calidad sobre el tema.

En la novela nos presenta la historia de dos hermanas, a las que la guerra golpea de manera distinta. Tienen distinto carácter, y sabe meterse en la mente de cada una de ellas y contarnos, desde el punto de vista femenino, que a veces es el más humano, lo que supone la guerra para las poblaciones que la sufren. Y una cosa que es de agradecer, no hay soflamas feministas ni escenas sexuales morbosas. Hasta en ese aspecto la autora sabe presentar toda la sensualidad femenina sin la procacidad u obscenidad que se puede leer en otras novelas supuestamente "feministas" y que lo único que hacen es describir lo más crudamente posible la acción, pero sin conseguir que el sentimiento aflore y se adueñe de la escena, elevándola a la categoría de arte, como sí lo consigue Chimamanda.

Pero lo más importante, como digo más arriba, es que la autora nos describe el horror que supone una guerra, el sinsentido de la misma, y a aquellos que realmente la sufren.

Totalmente recomendable en todos los sentidos.

viernes, 23 de octubre de 2015

LCP (V). EL PUEBLO SAM. La redacción de la niña sam (2ª parte)

Grupo Sam

Si en nuestro recorrido nos topábamos con otro grupo de sam, nos saludábamos con gran alegría. En las condiciones duras del desierto, siempre es agradable encontrar a otros como tú. A veces, nos juntábamos con otro grupo durante unos días. Entonces repartíamos por igual los resultados de nuestras correrías y de la caza de los hombres. Como si fuéramos un solo grupo. Cooperamos entre nosotros para salir adelante. 

I Guerra Mundial

Al llegar al internado, me enteré que esta conducta no es muy común entre los hombres de otros pueblos. Suelen pelear de forma frecuente. Y me han contado que hay enfrentamientos entre multitud de hombres, formando grandes grupos, cuyo objetivo es matar al mayor número de hombres que hay enfrente y que el que lo consigue, gana. Son las guerras. A nosotros no se nos ocurriría algo así. Ya es suficientemente complicada la vida en el desierto, como para que nosotros la compliquemos más. Me dicen que es debido a que unos quieren tener lo que tienen los otros, y estos otros no quieren dárselo. Es curioso, hasta llegar al internado no entendí que las cosas que tenía eran propias mías. Hasta entonces yo entendía que tenía algo para que lo usara todo el grupo, aunque yo lo guardara. Pero parece que esa no es la forma en que se piensa fuera del Kalahari.

Danza a contraluz
Ese día, a la vuelta de la recolección, mi madre nos tenía que dar una gran noticia. Mi hermana mayor había alcanzado la pubertad. Y en unas semanas realizaría la “danza del antílope”, siendo reconocida desde ese momento como mujer por el resto del grupo. Había avanzado un escalón más en su crecimiento, y ahora podría comportarse como una adulta. Se relacionaría de tú a tú con el resto de los mayores del grupo. Podría tomar decisiones propias. También podría ver a los hombres de otra manera, y un buen día casarse, tener hijos y cuidarlos, como había hecho mi madre con nosotras. Pero todo ocurrió más rápido de lo que yo me había imaginado.

Tras la “danza del antílope”, mi hermana, junto con sus amigas, comenzaron los paseos de recolección por sí mismas. Yo continuaba con mi abuela y su grupo. Me gustaba aprender mucho. Mi abuela y sus amigas eran la mejor fuente de conocimientos. No solamente para encontrar frutos, raíces, huevos u otras cosas; sino, sobre todo, para evitar encuentros peliagudos con leones, chacales o hienas. Aunque los hombres son los que tienen mayor probabilidad de encontrarlos, pues van detrás de las mismas piezas, eso no quita que en nuestros paseos nos podamos encontrar con alguna de estas fieras. De ellas, la que más temor me dan son las hienas.

León
Chacal

Los leones suelen huir al distinguir nuestro olor y, a no ser que algo se lo impida, prefieren no cruzarse con nosotros. Los chacales son asustadizos por naturaleza, al lanzarles unas cuantas piedras salen corriendo y se retiran. Pero las hienas no. Son animales muy cabezones, físicamente y de comportamiento, y si creen que van a sacar tajada te siguen a dónde quiera que vayas, aunque sea muy lejos. He oído a los hombres muchas historias de sus lances de caza. Con los leones en ocasiones se atreven a intentar quitarles la presa. Sobre todo si se trata de un león solitario. Pero con las hienas no. Siempre van en manadas, y por las que se dejan ver, hay otras tantas escondidas en las cercanías expectantes, preparadas para intervenir cuando les corresponda. Por ello, si los hombres ven que su presa ha sido descubierta por una jauría de hienas, suelen retirarse sin reclamarla. Tienen un mordisco muy fuerte, que puede partir incluso los huesos. Son unos bichos de cuidado.

Grupo de hienas devorando la presa