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sábado, 19 de marzo de 2016

LCP XVIII: LOS SÍMBOLOS DE LOS HOMBRES MURSI Y LA CEREMONIA DEL TAGINE

En la última entrega hablábamos del plato labial de las mujeres mursi. Un adorno que alteraba el labio inferior y que lo deformaba hasta límites insospechados para poder exhibir un plato a modo de estatus social alto delante de otros individuos del poblado o de poblados vecinos. Y al final, señalábamos, de forma sucinta, que los hombres también disfrutaban de una serie de "adornos" que les hacían mostrar a los demás su nivel, su estatus y su grado de valor ante el enemigo. A ellos nos referiremos en la entrega de hoy.

Los hombres del grupo surma suelen exhibir sus cuerpos desnudos, o casi desnudos, mostrando su poderío físico ante los demás miembros del poblado o de poblados vecinos. Pero también gustan pintar dicha desnudez con colores blancos. Pinturas geométricas blancas que recorren todo su cuerpo. Cara, brazos, torso, piernas. A veces todo entero. De esta manera, se hacen destacar ante los demás.


Pero, sin embargo, estas pinturas se pierden con un baño en el río. Son señales, símbolos temporales del estado del individuo. Era necesario algo más permanente. El hombre mursi que había cazado a la fiera que amenazaba el rebaño de su poblado; aquel guerrero que se había distinguido por abatir más enemigos en la batalla contra una tribu vecina; el joven que había pasado la ceremonia de iniciación; todos ellos merecían un símbolo permanente en su cuerpo que permitiera reconocerles de forma inmediata. Merecían tener una prueba visible de su valor, fuerza y agresividad. Esos símbolos fueron, y son, las escarificaciones. Escarificaciones de distintos tipos, que pueden recorrer todo el cuerpo, pero que se realizan sobre todo en cara, brazos y torso. Son las zonas más visibles, dónde pueden ser reconocidas por todo el que las vea.


LA CEREMONIA DEL TAGINE
La ceremonia del Tagine, también llamada Sagine, se trata del enfrentamiento entre jóvenes solteros de distintos clanes. Se enfrentan con largos bastones de madera cuya parte final tiene forma de falo. Estos bastones reciben el nombre de donga, de ahí que en algunos sitios se comete el error de denominar a esta ceremonia con el nombre de estos bastones (donga). Los jóvenes protegen únicamente sus partes más íntimas con una tosca tela de algodón, prescindiendo algunos de ellos de la misma, yendo desnudos.


Todos los años, en la época en que la cosecha ya se ha recogido, que suele ser a partir del mes de noviembre, los distintos clanes o bien los distintos segmentos territoriales en que se dividen los pueblos surma se juntan para celebrar el Tagine. La asistencia de jóvenes de distintas localizaciones territoriales permite el mantenimiento de la identidad surma como pueblo.


La participación de los jóvenes en el Tagine supone un ascenso social en el mismo, y hace que se les considere preparados para el matrimonio. De hecho, sólo por la participación en el duelo, se le reconoce al joven tanto el valor como el que está listo para el matrimonio.

Aunque la lucha es cruenta, los golpes son reales, sin embargo, tiene un valor simbólico. Se debe eliminar al contrincante sin matarle. Ésto ensalza el prestigio del joven ante el grupo y ante las jóvenes solteras. Si se produjera la muerte del contrario, tanto el joven como su familia sufrirían represalias. Por ello, aunque la lucha suele ser muy violenta, al mismo tiempo trata de ser lo suficientemente controlada para evitar un final fatal de la misma. Como hemos explicado anteriormente, se trata de una ceremonia más que de un enfrentamiento. Se trata de demostrar la hombría, más que de ver quién es el mejor. Se trata, en suma, de que el joven mursi muestre que tiene el valor suficiente no sólo para atacar y vencer, sino para aguantar el dolor y la derrota. Y esto último, quizá, mucho más importante para la vida que va a comenzar.

Queridos amigos, hasta la próxima entrada. Nos vemos en la red.

viernes, 26 de febrero de 2016

LCP XVI: LA ESTÉTICA DE LOS HABITANTES DEL RÍO OMO

Guerrero mursi con sus nietos

Queridos amigos, en la entrada anterior dejábamos a Maji justo en el momento en que iba a comenzar a contarnos cómo su pueblo, y todos sus vecinos, se adornaban el cuerpo y cuáles eran las distintas formas que tenían de entender la estética dentro de su cultura. Os invito a que sigamos escuchándola:

Muchacha Hamer
Entre las distintas tribus que vivimos en las orillas del río Omo, nos gusta mucho adornarnos. Coincidimos en muchos aspectos de nuestro vestuario, peinados, pendientes, collares, etc. Pero siempre unos pueblos destacamos sobre otros en las distintas maneras  de ponernos guapos. Así, el pueblo karo presume sobre todo de sus pinturas corporales; los dassanetch sobresalen por la perfección de sus peinados; los nyangatom tienen una peculiar maestría en piercings, escarificaciones y collares; los hamer saben muy bien como decorarse profusamente todo el cuerpo para llamar la atención; los mursi son los más conocidos más allá de nuestras tierras, por el plato labial que tienen sus mujeres, pero también conocen trucos para lucir el cabello. Total, que aunque todos sabemos de todo, cada uno es maestro en algún aspecto importante. Os voy a hablar de alguno de estos aspectos.

Joven surma
Las escarificaciones son unos cortes que se hacen, normalmente los hombres, en la piel. Se los hacen con cuchillas afiladas y se aplican en esos cortes una mezcla de hierbas para que dejen una cicatriz elevada y gruesa. Se suelen hacer en todos los grupos, aunque los especialistas en este arte sean los nyangatom. Suelen ser de motivos geométricos, con cortes pequeños, repetitivos, que recorren la parte del cuerpo elegida. Puede ser el hombro, el brazo, el vientre, el pecho o la espalda. Pueden ser de tipo ornamental, para lucir en ceremonias; otras se hacen para aliviar dolencias, como si se tratara de una medicina. Pero las más espectaculares, las que dan más prestigio social, las que se llevan con más orgullo son aquellas que se hacen los hombres que han demostrado su valor al matar a un enemigo o al cazar a un animal peligroso. Como podéis imaginar, las portan los guerreros de la tribu, y las exhiben, tal como he dicho antes, con gran orgullo en fiestas y ceremonias.

Joven mursi con labio inferior hipertrofiado por el plato labial y con ausencia
de los incisivos inferiores.
Hay algo que solíamos hacer antes con más frecuencia, y que ahora se hace menos. Es el corte de los dientes delanteros inferiores. Se hacía por belleza. Nos veíamos así más guapos. ¿Os cuento algo? Los primeros occidentales que vieron esta costumbre nuestra la tildaron de salvajada. Pero cuando se encontraron con que al coger una enfermedad grave, que ellos llamaban "tétanos" y que para ellos era mortal, nosotros la superábamos, porque conseguíamos alimentar a los enfermos a través del orificio de esos dientes cortados, entonces empezaron a apreciar nuestro sentido de la belleza. Bueno, paso a los peinados.

Joven dassanetch

Los peinados pueden señalar el estado social; bien la situación del que lleva el peinado dentro del grupo, o bien que el que lleva un peinado tiene cerca la celebración de una ceremonia o rito, solo o de todo el grupo, y que se esta preparando para ello. Pero también nos peinamos por coquetería, no os creáis. También nos peinamos para atraer al chico o chica que nos gusta. Sí, porque los peinados tanto son de hombre como de mujer.

Hombres dassanetch preparándose para una celebración

Los de los hombres son más llamativos. Suelen rasurarse parte del cabello. Uno de los más comunes es el que deja cortos los cabellos de la parte central de la cabeza, los apelmazan y los tintan de color tierra o blanco. Pueden insertar cilindros de madera o hueso. Y en esos cilindros poner plumas de avestruz. Todo depende de la coquetería que quiera lucir el chico.

Las mujeres suelen preferir pequeñas trenzas, o cortado y apelmazado en pequeñas bolitas que se pueden untar de mantequilla y tintar de color tierra. También se pueden rasurar. Y a veces se realizan trenzados artísticos.

Mujer joven de la tribu bashada

Tengo que decir que los materiales que usamos para todos nuestros adornos y para ponernos guapos suelen proceder del medio natural. La excepción suelen ser piezas metálicas o de vidrio, que las obtenemos de los distintos mercados. Uno de los materiales más apreciados son las conchas de caurí que provienen del Océano Índico y del Mar Rojo. Estos mercados nos ponen en contacto con pueblos que existen más allá del río Omo, y nos cuentan historias como las que yo os estoy contando ahora. Espero hayáis aprendido cosas conmigo, y améis un poco más a mi pueblo.

Con este último deseo de Maji, sin más que añadir, me despido. Hasta la próxima entrega. Nos vemos en la red.