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sábado, 4 de marzo de 2017

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN


Me animo a hablar desde aquí de algo tan cacareado últimamente en los distintos medios de comunicación y por las distintas personalidades y los diferentes personajillos mediáticos que han saltado a las pantallas de dichos "mass media", como se decía hace ya demasiado tiempo, para intentar reflexionar sobre ese supuesto "derecho" a la libertad de expresión.


Porque mucha gente cree que la libertad de expresión supone que yo puedo decir lo que me place, emitir la opinión que me de la gana sobre cualquier asunto, esté o no informado sobre el mismo; no hablemos, por supuesto, que sea alguien que tenga conocimiento profundo del tema, eso queda totalmente descartado. Yo tengo mi derecho a opinar sobre lo que sea lo que me venga en gana, y nadie tiene porque poner trabas a mi derecho de dar mi opinión. También, dentro de esa libertad de expresión, puedo expresar mi enfado, mi indignación ante la labor de cierto sector de la sociedad, a la que considero que es la culpable de mi situación o de la situación general de mi colectivo o de la situación del país. Por supuesto, también puedo expresar, como no, mi mofa, mis ganas de reírme de lo mal que andan las cosas, mis ganas de reírme de lo mal que visten ahora los jóvenes, o los mayores, de aquello que me hace gracia, o de aquello que, sinceramente me parece ridículo. Dentro de mi libertad de expresión cabe el poder expresarme sobre todo lo que a mí me parece, en la forma que a mí me parece y sin que nadie me ponga trabas a cómo lo hago o cómo lo expreso, que para eso tengo la libertad de expresión.

Pero, sin embargo, queridos amigos de CULTURAYSERENIDAD, dentro de la libertad de expresión hay una parte tan importante como el derecho, que es la tolerancia ante ese derecho. Y eso va por unos y por otros. La tolerancia a lo siguiente:

1.- Tolerar que haya gente que piense lo contrario a lo que pienso yo.

2.- Tolerar que haya gente que piense que lo que yo expreso es mentira.

3.- Tolerar que haya gente que piense que lo que yo expreso es una aberración.

4.- Tolerar que haya gente que piense que lo que yo expreso va en contra de la decencia y de la moralidad.

5.- Tolerar que haya gente que piense que lo que yo expreso va en contra de mis libertades como persona y como ser humano.

6.- Tolerar que haya gente que piense que lo que yo expreso es un insulto a sus creencias y a su forma de ser.

7.- Tolerar que haya gente que piense que lo que yo expreso es una ridiculización de sus creencias y su forma de vida.

8.- Tolerar que haya gente que no me acepte como soy y que lo diga abiertamiente.

9.- Tolerar que haya gente que, usando la propia libertad de expresión, me rechace.

10.- Tolerar que haya gente que, usando la propia libertad de expresión, me insulte, me ridiculice, me discrimine.

Podría seguir, pero creo que estos diez puntos servirían para que, si realmente están preocupados por la libertad de expresión, piensen un poco que la libertad de expresión no es tanto un derecho que tienen sino un deber de tolerancia que se muestra hacia el que es diferente a todos ustedes, en aras de una convivencia en paz dentro de una sociedad civilizada.


Y un agradecimiento a Drag Sethlas por parte de los cristianos no estaría mal. Cuando a Jesús, a Jesucristo, le crucificaron, hubo muchos como Drag Sethlas, como todos los que han aplaudido la actuación de Drag Sethlas, que se burlaban de Él y le decían que si tan Dios se creía porqué no hacía un milagro y bajaba de la cruz. Una reflexión. Si en los evangelios, escritos por cristianos para cristianos, dejaron "sólo" esta burla, ¿se pueden imaginar la cantidad de chanzas, burlas e insultos que recibiría Jesucristo en los momentos previos a su muerte? Comparado con eso, lo de Drag Sethlas se convierte en una simple, sencilla y, por desgracia, pobre anécdota.