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martes, 11 de agosto de 2015

CUEVAS (VIII): ¿CAZADORES DE BALLENAS?

Acabábamos la última entrada haciendo referencia al período prehistórico Auriñaciense. Período en el cual el homo sapiens era ya la única especie de homínido que habitaba el planeta Tierra. Aunque queda algún resto de esta cultura en la cueva de Nerja, la verdad es que son pocos los hallazgos que nos permiten situar al hombre viviendo en la cueva durante este período de tiempo.

Estas poblaciones humanas parecen provenir del Este de Europa, alcanzando el Levante español. Se caracterizan por la talla de lascas, principalmente de dos tamaños, y por la producción de azagayas. Las azagayas son las puntas de caza, las puntas que se colocan en el extremo de bastones más o menos rectos para formar las lanzas, con las cuales poder abastecerse de comida. Porque estos hombres eran cazadores y pescadores. Aprovechan los recursos que les ofrece el ambiente en el que viven. Y de esa manera prosperan.

Cultura Solutrense
En nuestra cueva, la cultura Auriñaciense dará paso, allá por el año 18.000 a.C. a la cultura Solutrense.
La cultura Solutrense consta de grupos de hombres que llevan una vida de cazadores-recolectores. Se alimentan de los frutos que da la vegetación circundante y de los animales que pueden cazar. Para la caza, han desarrollado una "innovación" técnica: las puntas de cara plana, y más concretamente las puntas "hojas de laurel".

Punta "hoja de laurel"
La materia prima que utilizan es el sílex, una material que al golpearlo se divide en lascas, en piedras y pedruscos planos con borde cortante. A base de golpear el sílex conseguirá el hombre solutrense algo que no había alcanzado en el período Auriñaciense. Conseguir puntas de lanza más planas, más cortantes y que penetran más fácilmente la piel y el cuerpo de los animales que cazan. Y no sólo eso. A diferencia de la cultura anterior, ambos bordes de la lasca están trabajados y cortan por igual, lo cual le da más poder aún de penetración a la hora de alancear un conejo, una liebre o un ciervo. Ello permite un mayor aporte de carne, de proteínas, a la dieta del grupo, lo que lleva a una mejora en la salud de los individuos que pertenecen al mismo. Permite que los músculos, los huesos e incluso el sistema nervioso se desarrolle más fuertemente, con un aumento de las capacidades físicas e intelectuales del individuo.


Además de estos restos, el hombre del Solutrense nos deja en la cueva de Nerja expresiones artísticas que representan el mundo en el que vive, soliendo dibujar a distintos cuadrúpedos. Están realizadas en color negro y rojo, colores que veremos en otras manifestaciones artísticas de la cueva.
Camarín de los Órganos. Figura de ciervo
Destacan en el Camarín de los Órganos la figura de un ciervo, y en la sala de la Cascada una cabra hispánica, las presas de las cuales se alimentan y a las que persiguen a lo largo y ancho de los montes.

Cultura Magdaleniense

La cultura Solutrense irá dando paso, alrededor del 14.000 a.C. a la cultura Magdaleniense, en la cual los avances técnicos del Solutrense perdurarán y serán mejorados. A partir de ese año el clima se hace más cálido, los hielos empiezan a ser recuerdos del pasado y la zona de Nerja se convierte en una especie de paraíso para el hombre cazador-recolector. Hay abundancia de presas y de frutas.
Arpón magdaleniense
Pero además, en este período tenemos vestigios que nos hablan de una dieta rica en pescado y marisco. Además de los restos orgánicos que se han encontrado, los utensilios que empiezan a aparecer en buen número son arpones, así como los dibujos en las paredes de la cueva presentan formas pisciformes, formas de pez. Incluso se ha llegado a pensar que las comunidades humanas del período Magdaleniense presentaban la suficiente complejidad como para dedicarse a la pesca en alta mar de ballenas, e incluso, cachalotes. Lo atestiguan los distintos tipos de arpones de piedra hallados en los distintos yacimientos de esta cultura.
Pesca en Lamarela. Indonesia.

El arte magdaleniense que podemos encontrar en la cueva de Nerja alcanza su mejor representación en la sala conocida como Camarín de los Peces, también llamada capilla Magdaleniense. Los dibujos que encontramos repiten el color rojo y parecen seguir un programa decorativo. Se trata de dibujos geométricos que van aumentando de complejidad conforme nos internamos en las zonas de más difícil acceso. La sensación de coherencia de la composición, de responder a una idea estructural ha llevado a pensar que estuvieran realizadas por un único individuo, por un único artista que dejara plasmado en las pareces de la cueva todo su pensamiento y su aptitud para las generaciónes venideras, aunque quizá eso sea mucho pensar ¿o no?

Camarín de los Peces. (Detalle)

Camarín de los Peces. Columna
La última duda que nos deja el Camarín de los Peces son los dibujos que le han dado nombre. Existen varios dibujos de seres de aspecto de pez, de color rojo, pintados en columnas hacia el interior de la sala. Los eruditos, debido a la sencillez de los trazos, han dudado siempre si se trataba de peces, o bien, debido a los lances de pesca a los que se dedicaban los hombres de esta cultura, se trata de delfines. Hay una última teoría que nos señala la posibilidad de que esos dibujos se refieran a otros parientes de los delfines, muy abundantes en la zona durante el Magdaleniense: las focas.